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La tapa en blanco de Clarín

Clarín victimizándose y el gobierno avalando por acción y omisión un apriete. Clarín considerándose censurado en una edición que habla de esa censura y el gobierno dando pie con su silencio y su tibia y tardía condena a que se lo acuse de cercenar la libertad de expresión. Dos poderosos ex socios, hoy enfrentados a fuerza de torpezas.

El mejor regalo del kirchnerismo a Clarín después de haber autorizado la fusión entre Cablevisión y Multicanal es esta tapa en blanco de Clarín de hoy. Porque cobra la fuerza de símbolo, más que cien columnas de Roa. Porque circula por los medios de todo el mundo. Porque queda en el imaginario de la gente. Porque colgada en los kioscos la ven muchas más personas que a 678. Porque lejos de matar a Clarín, lo fortalece.

La tapa en blanco no es original. La más recordada es la de Página/12 en repudio a los indultos de Menem. Era en blanco, pero no vacía. Un pirulo de tapa firmado por Lanata le daba sentido. Que no sea original es un pecado porque se trata de golpe de efecto similar a un chiste. La primera vez impacta, la segunda suena a parodia.

Como dije en el post anterior, para un medio de comunicación no hay motivo válido para dejar de comunicar. Como Sendra diciendo con el tsunami de Japón «hoy no hay chiste», ahora el diario todo dice «hoy no hay tapa». Si no pusieron una tapa en blanco el 24 de marzo de 1976 (o con cualquier otro golpe desde 1945), ya no hay nada por encima de eso que los habilite a ponerla ahora. Más si el motivo es una pretendida falta de libertad de expresión.

Curiosamente lo que se comentó poco fue la contratapa, verdaderamente original: todos los humoristas editorializando sobre el incidente (con el llamativo reemplazo de Clemente por La Nelly).

Desde la óptica de Clarín, una tapa en blanco no fue la elección más feliz. Una tapa en blanco es muda, no habla, le da la razón a los que demoraron la salida del diario y al gobierno: «¿no nos dejan hablar? bueno, entonces nos callamos». Mejor hubiera sido una página llena de palabras en cuerpo diminuto (de los lectores, de los periodistas), una gran foto con el kiosco sin Clarín, o una tapa negra, de censura y de luto, como la de Noticias cuando mataron a José Luis Cabezas.

Pero el gesto más hipócrita de toda la movida es que, debajo de esa tapa blanca… hay otra tapa. La de todos los días, con los títulos de todos los días, con los chistes de todos los días. Detrás de la careta de diario censurado, acallado, está, como siempre, la cara de Clarín.