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Las travesuras de Carrió

Lilita Carrió renunció a su banca de diputada y al ARI para ser candidata a presidente por una «coalición cívica».

Hace unos diez días estudiaba presentarse en la Ciudad de Buenos Aires. Ayer, como quien dice «era una joda para Tinelli», declaró «lo de la Capital fue una movidita, un jueguito que les dio trabajo a los encuestadores». ¡Qué divertido!

Hace unos años era éticamente encomiable que alguien elegido para un cargo finalizara su mandato. Carrió adhería a esta idea. Ahora eso cambió: ahora lo ético es «despojarse de todos sus atributos», como interpreta Clarín. «Los que me votaron sabían que iba a ir por la presidencia y ahora quieren que esté donde voy a estar», proclama sin decir en qué sondeo basa estas afirmaciones.

Renuncia al ARI y a su banca porque la coalición cívica «no puede estar integrada por una parte que tiene el liderazgo y el partido más importante porque eso desequilibra la relación de la coalición». Pero no se cuestiona que la candidatura a presidenta le pertenezca automáticamente, sin debates o internas que la consagren.

Igual, su mejor travesura fue la del «candidato sorpresa» para Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Tan sorpresivo que salió en todos lados. Haberlo elegido a Jorge Lanata fue inteligente. Sabe que responderá que no (si dice que sí, igual festeja), pero el periodista la ayudó tomándose una semana «para pensarlo». Con eso implícitamente está cantando su voto por Lilita porque ¿que hubiera pasado si Macri o Alberto Fernández le hacían el mismo ofrecimiento? ¿también se tomaba una semana para decidirlo?