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Los Simpson y la ilusión del Caballo de Troya

Para el capítulo de esta semana de “Los Simpson” sus creadores invitaron al graffitero Bansky a que recreara con su mirada la clásica presentación del programa. Esto fue lo que quedó:

Los medios de todo el mundo se sorprendieron y congratularon con la “provocativa” y “transgresora” apertura. La serie se atrevía a criticar sus propios modos de producción y hasta a la cadena que los albergaba. Sobrevolaba la idea del Caballo de Troya: destruir al poderoso desde adentro.

Que diarios conservadores, tradicionalmente voceros de las grandes corporaciones, destacaran el gesto da que pensar si la movida fue tal o, en cambio, otra de las acciones de prensa a las que nos tienen acostumbrados Los Simpson, como Apple y como Google, equivalente a invitar al creador de Facebook la semana anterior.

El dilema se despeja leyendo una entrevista que Al Jean, productor ejecutivo de Los Simpson, le dio al New York Times. El diario se pregunta cómo “después de toda esa burla, los productores fueron capaces de conservar sus empleos”. Jean responde “todavía no fuimos despedidos, lo que es una buena señal”. El periodista le pregunta: “Aun comparado con como Los Simpson se han burlando de la Fox en otras oportunidades, pareciera que esta vez llevaron las cosas a otro nivel, ¿estás seguro que no hay nadie descontento con esto en la escalera corporativa?” A lo que Jean responde jocoso: “Pienso que tenemos el derecho de decir que los agujeros de los DVDs son hechos por unicornios tristes”. Y como si no alcanzara, aclara: “nada de lo representado es verdad, debería ser obvio, pero debo remarcarlo enfáticamente”. Jean cierra la entrevista explicando que el logo de Fox rodeado de alambre de púa fue aprobado por la cadena y que cosas como estas “hacen de Los Simpson lo que son”.

El programa de animación más famoso y longevo sobrevivió haciendo este tipo de críticas porque su estructura lo permite. Como Dilbert es exitoso porque todo jefe piensa que “el jefe es otro”, los Simpson pueden burlarse de todo y de todos porque después las cosas vuelven a “la normalidad”, al statu quo. Homero vuelve a ser Homero, Bart vuelve a ser Bart y Gorgory vuelve a ser Gorgory. En eso se emparienta más a las viejas sitcoms tipo “El show de Dick Van Dyke” que a las modernas series tipo “Mad Men” o “Breaking Bad”. Pero peor, porque hace creer que es crítico de las instituciones y el poder.

Lo que empieza como una supuesta denuncia a las condiciones laborales de los animadores del programa y de las fábricas de merchandising termina con unicornios y osos pandas, un modo de exagerar la acusación para quitarle veracidad con la excusa de hacerla más graciosa.

El propio Jean fue víctima de la Fox, cuando le levantó su genial creación “The Critic”, lo que no impidió que siguiera vinculado a la cadena como escritor y productor ejecutivo de Los Simpson. Matt Groening padeció el levantamiento de Futurama también en Fox, lo que no impidió que mantuviera allí “Los Simpson”. Y seguramente ninguno de los dos acuerda con la mirada política de Fox News. En ninguno de los dos shows levantados fueron las letras (el contenido, el mensaje, las denuncias) lo que provocaron que estos programas dejaran de existir, sino los números (rating, costos). Las corporaciones saben que lo mejor en estos casos es dejarlo pasar, que la semana que viene habrá otro capítulo diferente y la gente se habrá olvidado de las fábricas que explotan menores, los animadores surcoreanos y el fascismo de la Fox. Eso sí, tal vez recuerden vagamente que un unicornio agujereaba DVDs.

Distinto es South Park, con una estructura preparada para ser revulsiva, ofendiendo a lo largo de su historia a diversos grupos, lo que le valió una amenaza de muerte de un grupo musulmán y hasta un atentado. Todo un símbolo de la diferencia entre ambos programas fue la placa de apoyo que Los Simpson pusieron en otra apertura luego del atentado:

“South Park: estaríamos con ustedes si no estuviéramos tan asustados”.