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Get a (second) life!

Los gigantes de los medios buscan al próximo YouTube del 2007. No busquen más. Es Second Life. Es cierto que este juego de simulación donde uno juega a tener una vida paralela todavía tiene «apenas» 1.700.000 habitantes mientras que YouTube recibe 23,5 millones de visitantes únicos por mes. Y que Second Life es bastante difícil de usar y entender para mucha gente mientras que en el sitio de videos basta con saber apretar Play. Y que Second Life no está en otros idiomas mientras que YouTube no necesita estar en otros idiomas.

Pero YouTube carga con varios elementos que Second Life tiene resueltos: problemas de copyright, ausencia de origen de un modelo de negocio, excesivo consumo de ancho de banda, impugnación del contenido sexual (motor de toda nueva tecnología) y pérdida de su aura under.

En Second Life, en cambio, los usuarios son dueños de sus creaciones y hasta pueden ganar dinero con ellas, nace con un modelo de negocios sólido y con muchas patas, el sexo es un elemento más del juego y recién está en la etapa de reclutamiento de fans.

Participar en Second Life es gratis, pero formar parte de su economía obliga a adquirir lindens, la moneda local. Para esto la compañía cobra a sus usuarios, pero en dólares verdes y palpables. Además, las empresas no quieren perderse en fenómeno y montan allí sus oficinas virtuales. Y los medios tampoco: la sucursal de Reuters cubre las noticias de Second Life y MTV, Nature, CNET y Wired ya tienen oficinas por allí.

Tanto dinero circulando llamó la atención del periodismo de negocios. Y, en consecuencia, de las empresas. Para Fortune «Second Life no está inflado» y Business Week lo llevó a su portada.

En Second Life hay casamientos, charlas y recitales de celebridades. Podemos comprar panchos, copos de nieve y pochoclos, producir películas, jugar al fútbol y hasta hablar desde Second Life a teléfonos fijos y móviles del «mundo real».

Que no se pueda usar Second Life en español es un freno para mucha gente. Esto no impide que se estén formando comunidades españolas y argentinas que hacen negocios, se muestran y orientan a los recién llegados.

¿Nos vemos ahí?