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Lo que aprendí: Epílogo

Con este texto, en el que recopilo frases/enseñanzas sobre el periodismo de distintos autores, termina la serie «Lo que aprendí» del Boletín de Periodismo.com. Fue publicado en diciembre de 2002.

Hay una cosa en la cual se nota la diferencia entre el periodista novato y el que no lo es, en una guerra. El novato llega a una guerra y no pregunta a nadie, para que no piensen que es novato. ¡Y así todo el mundo sabe que es novato! Mientras, el veterano llega y busca a los amigos, a ver, oye, cuéntame, cuál calle es peligrosa, ese camarero tiene información, aquel trafica, aquella chica vale cien dólares, aquella botella de whisky vale 200… Tú trabajas y te mueves. Es normal preguntar. Uno aprende preguntando. (Arturo Pérez-Reverte)

Una frase que ha hecho mucho daño a algunos periodistas es esa de García Márquez de que el magnetófono mata la entrevista. ¡Carajo! Y Graham Bell mató la comunicación humana y los aviones aniquilaron los viajes en burro y el agua entubada acabó con la hermosa tradición de acarrear bidones. Me parece una irresponsabilidad absoluta hacerle una entrevista de 40 minutos a alguien sin mirarlo a los ojos, anotando lo que alcanzo a escribir. Ahora, si vas a hacer una crónica, vete con tu libreta. Pero si alguien va a jugarse contigo su prestigio, su nombre, su libertad, su futuro, registra sus palabras de la manera más fiel. Es lo menos que puedes hacer. (Ciro Gómez Leyva)

No creo que sea recomendable el amarillismo en el periodismo. Digo, simplemente, que es casi inevitable. El periodismo es áspero y en esa virtud es muy difícil mantenerse sin un resbalón. (Julio Scherer García)

El buen periodista es como el escritor. Si lo hace bien, puede conmover al público. Pero no tiene que proponérselo. (Robert Cox)

Cada vez son menos los diarios que siguen dando noticias obedeciendo el mandato de responder en las primeras líneas a las seis preguntas clásicas o, en inglés, las cinco W: qué, quién, dónde, cuándo, cómo y por qué. Aunque en todas las viejas reglas hay una cierta sabiduría, no hay nada mejor que la libertad con que ahora podemos desobedecerlas. La única dictadura técnica de las últimas décadas es la que imponen los diagramadores, y éstos, cuando son buenos periodistas, entienden muy bien que una historia contada con inteligencia tiene derecho a ocupar todo el espacio que necesita, por mucho que sea: no más, pero tampoco menos. (Tomás Eloy Martínez)

El criterio que manda es el formato del diario, su diagramación, su espectáculo y su propuesta de lo que constituye un día: la seudonoticia de un día cualquiera se infla para que luzca importante; la noticia importante se comprime y achata para que acate el formato del diario. El periodismo comprime el rasgo dinámico de los acontecimientos, del mismo modo que la música funcional apaga los extremos para compatibilizar a Mozart, Louis Armstrong y Prince. (Claudio Uriarte)

La investigación periodística, debido a su virtud reveladora, tiene un poder de choque sobre la sociedad superior al del periodismo ideológico y produce un interés más permanente. Saber quiénes detentan el poder, cómo lo tienen y qué hacen con él es algo que seduce a todo el mundo. (Rogelio García Lupo)

Quien tiene el poder de conceder la impunidad, tiene el poder de banalizar la información, por terrible que sea, si el mayor poder al alcance de los informadores es el estremecimiento de la ética. (Carlos Monsivais)

El sistema hoy en vigor nos muestra constantemente que todo incremento de información supone una amputación de la libertad. La forma moderna de la censura consiste en añadir y acumular información. La forma moderna y democrática que adopta la censura no se basa en la supresión de información, sino en el exceso de ésta. (Ignacio Ramonet)

El periodismo se debate hoy entre cinco caminos, emergidos de la metáfora canina: a) perros falderos: asumir una actitud de subordinación, dependencia, lambisconería y tibia o nula crítica con el afán de ganarse el beneplácito del dueño del poder y, por ende, paladear la chuleta publicitaria; b) perros cirqueros: privilegiar los criterios del entretenimiento o las maromas de la espectacularización desmesurada para sorprender y así elevar ratings y tirajes, aun a costa del riesgo de la trivialización; c) perros de ataque: irse al pescuezo de los actores públicos a la menor provocación, erigiéndose como incuestionables fiscales a ultranza; d) perros de vigilancia: desarrollar una acuciosa tarea de supervisión del entramado sociopolítico a fin de custodiar o hacer valer, públicamente, el respeto de libertades y derechos ciudadanos; y e) perros lazarillos: hacer ver y aportar luz a quienes necesitan orientación en su andar cotidiano para elevar su nivel de vida. (Omar Raúl Martínez)