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… que no puedo dejar de sonreír

Un cover de una canción es una interpretación, un homenaje, un disfraz. Resuena en la cabeza del oyente avisado igual pero diferente: le evoca recuerdos de cuando escuchaba ese tema y a la vez paladea lo novedoso del sonido. Nadie escucha un cover por primera vez. Si algo caracteriza al cover es la distancia que va entre una música establecida y popularizada durante mucho tiempo y su redescubrimiento años más tarde por otro artista.

Hasta ahora.

Este 11 de marzo Lady Gaga presentó su nuevo video, «Telephone». El trabajo ya tiene, de por sí, bastante para analizar. Desde la ruptura de tabúes en este tipo de emprendimientos mainstream (hay desnudos, lesbianismo, puteadas, violencia) hasta el carácter de su producción (es un «largometraje» de 9 minutos) pasando por detalles que desafían al género (la canción empieza casi a los 3 minutos de iniciado el clip) o la exhibición desembozada de chivos (PNT) de computadoras y celulares:

Apenas una semana después, la búsqueda en YouTube de «telephone lady gaga cover» da 8790 resultados. La mayoría, de fans cantando frente a la cámara, pero algunos de calidad profesional.

Por ejemplo, el interesante dúo Pomplamoose subió este clip versionando el tema a ¡cuatro días! de presentada su fuente de inspiración:

El tema, para mi gusto, supera a la versión original y el clip es impecable y entrañable (hasta se da el lujo de burlarse de las publicidades subliminales del de Lady Gaga). Al momento de escribir esto ya fue visto más de 730.000 veces, un número de espectadores impensable hace un par de décadas para cualquier banda under como esta.

Si entre la aparición de un tema y su copia no transcurre tiempo -ese tiempo que ancla recuerdos, lugares y personas a las melodías- este nuevo tipo de cover podrá ser el reflejo más o menos distorsionado de una canción, pero nunca su evocación.