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Estúpidos

En «Este es un título original» proponíamos un «Top 3» de los títulos para notas más usados por los medios argentinos. El listado fue enriquecido por los comentarios. Pero a todos se nos escapó un comodín, elegido sobre todo por periodistas políticos y económicos.

En «Edición i» de esta semana, volvió a aparecer: «Es [algo], estúpido». A veces se ve también entre signos de admiración.

No siempre en las notas se explica el origen del título, dando por sobreentendido que el lector sabe a qué remite. Quienes sí lo hacen, recuerdan a James Carville:

Corría el año de 1992, cuando Bill Clinton se disponía a bajarle la presidencia de Estados Unidos al papi del hoy presidente del país, cuando James Carville, uno de sus estrategas de campaña, colgó un cartelito en sus oficinas en Arkansas. El cartelito tenía solamente tres frases, en las cuales se resumía completamente la campaña: «Cambio contra ‘más de lo mismo'»; «No se te olvide el sistema de salud»; y «Es la economía, estúpido».

¿Cuándo se usa?

La contundencia de la frase que resume en una expresión el éxito de una estrategia asociada a una variable mayor y el descarte del resto, rápidamente pasó a caracterizar cualquier otra explicación omnicomprensiva.

Según Wikipedia el origen de la frase es anterior. Carville la deformó del principio KISS («Keep It Simple, Stupid» o «Mantenelo Simple, Estúpido»), que a su vez deriva de la frase de Einstein: «todo debería hacerse tan simple como fuera posible, pero no más».

Esta búsqueda en Google muestra los cerca de 30.000 resultados en español con variantes de la frase (a los que habría que sumar otros idiomas, como los 1.130.000 resultados del inglés).

En el muestrario de Google vemos, por supuesto, «Es la economía, estúpido», pero también «Es la Religión, estúpido», «Es la inflación, estúpido», «¡Es la democracia, estúpido!», «Es la comunicación, estúpido», «¡Es la conversación, estúpido!», «Es la juventud, estúpido», «Es la vivienda, estúpido» y otras variantes. Piensen una palabra, agréguenle «es la» antes y «, estúpido» después y seguramente alguien habrá titulado así.

Ahora, si cada título va a considerar como la única variable importante a la suya, descartando al resto, finalmente ninguna de las variables termina siendo excluyente. Si Estúpido quisiera hacerle caso a cada título que aparece, el pobre terminaría mareado…