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Vol. 4: Nombre: Salsa, Apellido: Jazz (I)

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Cuarta recopilación preparada especialmente por este blog. En este caso es el cruce de la salsa y el jazz en sus diferentes variantes y estilos. Está divida en dos partes de diez temas cada una. Esta es la primera, que dura poco más de 52 minutos:

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Anteriores:
Vol. 3: Calamaro Viejo y Peludo!
Vol. 2: Fabulosos 4 – Versiones (II)
Vol. 2: Fabulosos 4 – Versiones (I)
Vol. 1: Yemas de los dedos

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música moda

¿Qué se le responde?

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Nos escribe «maria jose», a través del formulario de Contacto:

quiero que me digan siempre lo que esta de moda

[audio:http://www.simplenet.com.ar/mp/mpaniversario/18.mp3]

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música medios

La nueva estrategia de Cracked

Cracked nunca entendió a Mad. Estas dos revistas humorísticas norteamericanas tienen una larga historia de competencia. Pero Mad siempre estuvo varios pasos adelante. Cracked le copió las sátiras, la mascota (Alfred E. Newman es en Cracked Sylvester P. Smythe) y las burlas a la cultura pop. Pero Mad fue Elvis y Cracked salió cuarta en el concurso de imitadores de Elvis. Para ilustrarlo, esto

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es la versión Cracked de esto

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Pero a todas las revistas de humor les llega la hora. Sus staffs envejecen y se mueren. O sus lectores fieles los abandonan y las nuevas generaciones dejan de reírse con esos códigos. Mientras Mad y Cracked caen en picada, The Onion brilla en la web y asciende en papel. Mad tira apenas 200.000 ejemplares (en 1974 llegó a tirar más de 2 millones) y Cracked tocó un piso de 25.000 ejemplares por número bimestral. The Onion, en cambio, tiene 3 millones de visitantes únicos en su sitio web y tira semanalmente más de medio millón de ejemplares de la versión impresa.

Después de un tiempo de silencio, Cracked quiere retornar de un modo diferente. Y el razonamiento es bueno. El ocaso de las revistas de humor comenzó cuando la tele supo apropiarse de los códigos de esas publicaciones. Lo que no logró Cracked imitando a Mad, lo logró la tele (y gratis).

Ahora Cracked quiere hacer lo mismo, pero al revés. Dedicó un año a armar un staff de escritores de comedia de televisión (The Daily Show, Saturday Night Live, Chappelle’s Show y South Park) con la promesa de que podrían escribir de lo que en la tele no podían. Se definen como la única revista de y sobre comedia: «somos a la comedia lo que Rolling Stone es a la música». Para sintonizar con las nuevas generaciones, lanzaron un sitio web con contenido independiente (50/75.000 visitantes diarios) y hasta crearon un espacio en MySpace, uno de los fetiches de los adolescentes yanquis. Y apuntan a competir en el segmento de las «lad magazines» (Maxim, FHM). El primer número ya salió (100.000 ejemplares) y hay online una muestra de ocho páginas (PDF).

[audio:http://www.simplenet.com.ar/mp/mpaniversario/16.mp3]
«She got a nose job», del disco «Mad Twists rock ‘n roll»

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[audio:http://www.simplenet.com.ar/mp/mpaniversario/15.mp3]

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cultura música Periodismo.com

Zappling (zapping x sampling)

Escrito en junio de 2001 para el Boletín de Periodismo.com Nº 40

No es casual que los dos verbos que mejor han definido y representado este final/principio de milenio sean dos verbos nuevos, coincidan en su origen tecnológico y signifiquen más o menos lo mismo aunque de maneras diferentes. Es una nueva era, en el principio eran los verbos y los verbos eran clonar y samplear. Los dos se ocupan de crear algo nuevo a partir de algo existente. El primero a partir de lo genético; el segundo, siguiendo postulados electrónicos.

Hasta hace poco, el consumidor promedio no tenía acceso a herramientas que le permitieran tomar elementos de la cultura de masas y reconvertirlos en algo propio: un fanzine, una película en Super 8 o una grabación electrónica. Eso llegó con el desembarco en el mercado de los scanners, las fotocopiadoras y los programas de computación: bienes de consumo accesibles que convirtieron las leyes de derecho de autor y marca registrada en un problema para los artistas independientes dispuestos a llevar adelante sus propias ediciones, páginas en internet y grabaciones.

El abaratamiento tecnológico y la aparición de instrumentos cada vez más perfectos provocarán -se dice- que la recreación prime sobre la creación. Serán las máquinas las que generen los productos artísticos. Dentro de esta tendencia se distingue la escuela inglesa, que desde los tiempos de la psicodelia ha concebido al estudio de grabación como un instrumento. Esta corriente, donde abundan más los disc-jockeys que los instrumentistas, hace realidad un viejo sueño punk: cualquiera, sin conocimientos previos, puede hacer música.

Entre otras cuestiones, la llegada de las tecnologías digitales y especialmente el uso que se ha hecho del sampler -recordemos que esta máquina permite la obtención de muestras de sonidos de otros discos y la posibilidad de utilizarlas para crear con ellas nuevos textos- ha terminado forzando a la industria musical y a la profesión legal a preguntarse acerca de quién es el propietario de un sonido (si es que existe) y, como extensión lógica de esta pregunta, si es posible adscribir la propiedad intelectual de un sonido.

El usuario entusiasta hace uso indiscriminado y libre de todo lo que encuentra en Internet. La interactividad es una de las reglas del juego. El hipertexto, el nuevo producto. Conceptos clásicos como los derechos de autor o la propiedad intelectual se están viendo sometidos a la necesidad de una redefinición. Lo que se vulnera o lo que exige tal vez una reconsideración es lo que hasta ahora hemos llamado el derecho moral sobre una obra, o propiedad intelectual, que con estas innovaciones adquiere nuevas formas: es difícil sostener de quién es la autoría y si la obra es alterada, utilizada en contra de los deseos o intereses de algunos de los autores, o tergiversada.

Pero creo que el problema es mas de raíz: lo digital no se considera «propiedad» de nadie. Se acepta socialmente que no es de nadie. Pero la apropiación indebida de lo intangible no está tan moralmente penalizada como la apropiación de lo tangible. Puede que sea una cuestión de evolución social: hasta ahora hemos vivido en un mundo de bienes físicos y hemos tenido que desarrollar un sistema de protección de la propiedad física para mantener la viabilidad de nuestras sociedades.

El término propiedad intelectual es contradictorio. La razón por la que tenemos el copyright es porque estamos tratando con contenedores en los que introducimos información. Desde Gutemberg, la única forma de hacer portátil la información era ponerla en un objeto físico que pudiera ser vendido. Es el mismo modelo económico que una tostadora o cualquier objeto físico. Quitale el envoltorio y se acabó el modelo económico. Cuando tomás mi idea, la tenés, yo sigo teniéndola, ambos la tenemos. Ha aumentado su valor para vos y para mí.
Y esto no es cierto para un tostadora.

¿Diego Rottman?

IMPORTANTE:

El primer párrafo se tomó del artículo «Corte y confección», de Rodrigo Fresán. Suplemento «Radar». 27 de mayo de 2001.

El segundo párrafo se tomó del libro «No Logo», de Naomi Klein. Picador USA. Diciembre de 2000.

El tercer párrafo se tomó del artículo «PRO.MU.», de Eduardo Berti. «Pagina/12», 31 de diciembre de 1989.

El cuarto párrafo se tomó del artículo «Entre la autenticidad y la impostura: música popular y nuevas tecnologías», de Joan Elies Adell Pitarch.

El quinto párrafo se tomó del artículo «Las ‘autopistas de la información’ quiebran el concepto clásico de propiedad intelectual», de Fietta Jarque. «El País», 4 de enero de 1997

El sexto párrafo se tomó del artículo «El problema de la propiedad intelectual es que no la percibimos como propiedad», de Alfons Cornella

El séptimo párrafo se tomó del reportaje a John Perry Barlow en el MetaForum II, Budapest, October 1995

El título y la firma son propiedad de Diego Rottman – Prohibida su reproducción total o parcial.

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Cds, Napster o la gorra

Escrito en febrero de 2001 para el Boletín de Periodismo.com Nº 36

En el número actual de la revista Double Take, el humorista Ian Frazier describe su trabajo haciendo Relaciones Públicas para los pájaros más odiados: los cuervos. En su divertido artículo cuenta que sus clientes lo contrataron para revertir la mala imagen pública que tienen en la sociedad. Frazier trata de convencernos de que, contra lo que podría parecer, los cuervos son simpáticos, amables y musicales.

Con menos gracia pero con la misma dificultad, los responsables de Napster tratan de convencer a sus casi 60 millones de usuarios de las bondades de pagar por la música que hasta ahora descargaban gratis. Para quienes esquivaron el tema hasta hoy, Napster es un software que permite realizar búsquedas de temas musicales y «bajarlos» sin ningún costo. Si se tiene en cuenta que, por ejemplo, los usuarios españoles del programa descargaron 115 millones de minutos de música a través de Napster, no hacen falta muchos argumentos más para explicar la ira de las discográficas ante el nuevo escenario.

Y mientras las productoras y distribuidoras de música destrozan a Napster en los tribunales, la compañía, que antes era la bandera de la música libre en la Red, se pone a sus usuarios en contra al decidir cobrar para bajar temas. En la nueva política de Napster juega un rol importante BMG, su nuevo aliado, uno de los cinco sellos más importantes del mundo.

Los argumentos de Napster para convertir a los usuarios en clientes son difíciles de transmitir, si se tiene en cuenta que una reciente investigación de TNS Intersearch muestra que el 65% de los adultos norteamericanos cree que bajar música gratis de Internet es una actividad que se incrementará en el futuro y un 59% cree que no hay nada malo en ello y que «probablemente lo haría».

Programas más sofisticados como Gnutella y Freenet mantienen las banderas de la música gratuita. Gene Kan, uno de los desarrolladores de Gnutella proclama: «Gnutella no es una compañía, es un movimiento». Y aquí las discográficas tienen poco para hacer: estos dos programas, a diferencia de Napster que centraliza toda la información en un único servidor, funcionan con el sistema descentralizado «Peer to Peer» (P2P, de igual a igual) donde cada usuario puede intercambiar información con el resto sin un control central que los regule.

Los usuarios más politizados toman a estos programas como herramientas libertarias contra las discográficas que «encarecen artificialmente los precios de los discos» y se encogen de hombros, «la industria está esquilmando a los músicos al darles sólo una pequeña porción de las ventas», argumentan. Panfletos aparte, la crítica contra las discográficas a la hora de descargar música on line suena lógica, si se tiene en cuenta que sus funciones principales desaparecen: no selecciona un catálogo, ya que cualquiera puede poner sus trabajos en la Red; el costo de distribución recae en el usuario, quien al descargar los temas gasta su tiempo, y en muchos casos el tiempo de su abono a Internet y ancho de banda; no hay un soporte (el CD o cassette) ni un packaging (la caja) ni tapa (con lo que implica en costo para el arte de tapa, el papel y la impresión); en Napster tampoco hay vendedores, con lo que el costo para las casas de discos tampoco existe.

Pero el problema con los sistemas P2P es que, a cambio de un tema gratuito, el usuario no sólo se burla de las discográficas, sino que también traiciona a sus artistas favoritos, que no ven un centavo en toda la operación. «Si el requisito para que alguien sea un fan es que yo tenga que darle mi música gratis, bueno, yo no quiero tenerlo de fan», protesta Lars Ulrich, baterista de Metallica y demandante en la causa contra Napster.

¿Entonces las opciones son pagarle $20 a las discográficas o piratear música? En FairTunes encontraron otra alternativa. Este programa todavía bastante poco conocido nos ofrece bajar música, escucharla y, según lo que nos haya parecido, pagarle directamente al artista. Considerando que un artista recibe entre uno y dos dólares por cada CD vendido en el circuito tradicional, pagar esa cantidad a través de Fair Tunes dejaría contentos a músicos y consumidores (seguramente los sellos no descorcharán champagne).

Y aunque suene original para el mundo virtual, esta nueva propuesta tiene poco de novedoso: ¿o acaso no es una versión tecnológica de la clásica gorra que pasan los artistas callejeros al finalizar su espectáculo?

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Vol. 3: Calamaro VyP

Calamaro Viejo y Peludo
«Calamaro Querido! – Cantando al Salmón», un disco homenaje con grandes éxitos de Andrés Calamaro por otros intérpretes, tiene algunos olvidos importantes y pueden cuestionarse algunas decisiones de producción. A mí, en promedio, me gustó: buenas canciones y casi todos buenos intérpretes.

El poder de convocatoria de este disco doble tiene su paralelo en la impresionante cantidad de trabajos ajenos en los que Calamaro participó como músico, cantante, compositor o hasta haciendo coros.

A modo de muestra, desde este blog hicimos una selección de doce temas y la llamamos «Calamaro Viejo y Peludo! – Cantando con el Salmón», con colaboraciones de Andrés Calamaro en discos de otros.

Este disco no existe, no se vende en ningún lado pero tampoco se puede bajar. Solamente es para escuchar en este reproductor:

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Idol American Latin

Comenzó Latin American Idol. Y aunque todavía es muy pronto para decir si será un suceso como la versión original, desde aquí proponemos un casting alternativo: en lugar de que desfilen las jóvenes promesas de la música que algún día serán ídolos, ofrecemos ejemplos de ídolos del ayer que ya tienen poco que ofrecer.

Participante Nº 1 y Participante Nº2: Carlos Alberto García Moreno y Carlos Alberto Mestre. Tratan de interpretar el tema «Necesito»:

[audio:http://www.simplenet.com.ar/mp/mpaniversario/14.mp3]

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cultura música

X

X de sexo

Aunque todas las palabras que llevan “x” las encuentro libidinosas. Papiroflexia parece esconder alguna rareza sexy, y hexágono sugiere una equilibrada combinación de sexo en grupo. No digamos saxofón, con su contundente fonética fálica, o éxtasis, que desprende resonancia orgásmica. La axila es excitante, y lo taxativo, dominador. Siempre he pensado que los axiomas los vendían en los sex shops. A todo nexo le noto la lascivia. Cualquier taxi me sugiere eróticas aventuras. Un buen texto es siempre afrodisíaco, y el léxico es instrumento de seducción. En verano, cuando todo reluce, todas las palabras parecen escritas con “x”, todas llevan una “x” en su interior.

Eduardo Mendicutti

(De El Diccionario menos académico del verano)

[audio:http://www.simplenet.com.ar/mp/mpaniversario/13.mp3]

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Vol. 2: Fabulosos 4 – Versiones (II)

La primera parte está acá.

Esta parte incluye un bonus track bizarro.

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