Categorías
politica

Freddy & Steve

bushbridges.jpg

Mientras en la cena de los corresponsales acreditados en la Casa Blanca George Bush hacía un sketch con su imitador Steve Bridges, el ex presidente argentino Fernado de la Rúa decidía demandar a su imitador Freddy Villareal por un personaje que viene haciendo desde 2001.

¿Cuál puede ser la ventaja de demandar a Freddy? ¿Acallarlo? ¿Recuperar el respeto de la gente? No le veo el sentido.

De la Rúa basó su campaña en la infausta frase «Dicen que soy aburrido» donde anulaba una limitación (grave en tiempos telecráticos) enunciándola antes que sus enemigos. Él solito (con un empujoncito de Agulla) se metió en un juego del que ahora quiere renegar en la Justicia. Sus imitadores no tuvieron que raspar demasiado para encontrar en su personalidad rasgos caricaturescos.

A esta altura De la Rúa no le importa a nadie. Pero para los humoristas es un comodín para esos chistes en los que en lugar de empezar con «¿Saben por qué un manco…» se empieza con «¿Saben por qué Scioli…»

Mientras tanto, en Washington, Jorge W. en uno de sus peores momentos, prefería seguir los pasos de otro ex presidente argentino, Carlos Menem, que con sus apariciones en Videomatch junto a su imitador Miguel Ángel Rodríguez dos días antes de las elecciones lograba la reelección.

Bush neutraliza (y selecciona) las críticas subiéndose a un escenario con su imitador: los medios tuvieron una valoración positiva del paso de comedia. La frase en boca de Bridges «quiero extender mi agenda globalmente y por todo el mundo, al igual que internacionalmente», un típico bushismo, bien podría ser un equivalente de la lentitud de Fernando.

Fernando, no demandes a Freddy, ignoralo o hacé un sketch con él (por favor, no en vivo, ¡grábenlo hasta que salga bien!).