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Indultemos a Bucay

¿Cómo se vuelve de un escándalo público? Esa es la pregunta más difícil de responder para un especialista en Relaciones Públicas. Las estrategias -parte arte, parte ciencia- no garantizan el éxito. Ante un mismo problema y una misma respuesta, el resultado puede ser diferente.

McDonald’s fue acusada en todos los medios de envenenar chicos y ahora podemos ver sus peloteros repletos de nenes con el chiche de la cajita feliz que se acabaron de comer. A Mirtha Legrand y a Mariano Grondona los denunciaron por cobrarle a sus invitados, pero ya nadie parece acordarse de esos episodios. Sin embargo Mario Socolinsky, Ferriols y hasta la pobre María Amuchástegui todavía cargan en sus espaldas los cargos de los que fueron objeto.

En octubre de 2005 Jorge Bucay fue acusado de plagiar para su libro Shimriti casi textualmente ¡60 páginas! (de un total de 270) de «La sabiduría recobrada», de Mónica Cavallé. Y aunque el analista de Tinelli primero lo desmintió, terminó arreglando con Cavallé una compensación económica, tuvo que renunciar a su columna de Viva y Shimriti fue retirado de circulación.

No leí ningún libro de Bucay. Tampoco fui televidente de su programa «El buscador». Alguna vez ví sus columnas en Viva y El País y me parecieron pueriles y obvias. Su accionar con Shimriti no se puede defender (ni siquiera él pudo).

(Lo que nunca entendí es por qué todos aquellos «autoayudados» por Bucay le dieron la espalda.)

Pero así como todo escándalo es inmune a los discursos del implicado (y hasta a las decisiones de la Justicia), los hechos, junto con el tiempo, suelen ser una fórmula eficaz. Por más que McDonald’s emitiera comunicados, nada tuvo tanta fuerza como Hadad comiédose una hamburguesa de pollo en cámara (¿alguien sabe cuánto cobró por ese favor?).

Ahora, casi como un símbolo, cuando se cumple justo un año de la acusación, Bucay les tapó la boca a sus detractores ganando en España un premio literario de 360.000 euros. Ningún discurso, ni a favor ni en contra de Bucay, tiene tanta fuerza como este hecho. Que insinúa que tan mal escritor no era. Y que también es alguien idóneo para ayudar a otras personas, al demostrar en carne propia que conoce la forma de levantarse después de caer en el pozo más profundo.