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La guerra por la primera plana

El titular de una privatizada recordó hace poco una frase del primer Néstor Kirchner cuando el empresario le planteó la necesidad de un ajuste tarifario, en el hoy lejano 2004. «Si conseguís que no salga en la tapa de los diarios, con todo gusto». Conclusión: no hubo aumentos.

Aunque nunca pintado con tanta crudeza como en esta anécdota, es bien conocida la obsesión de la Presidenta y sobre todo de su marido por el modo en que los medios reflejan su gestión. Otra nota más vieja muestra la misma manera de gobernar para la primera plana cuando transcribe a un dirigente de la CGT:

[a Néstor Kirchner] le interesa que salga en los diarios [un aumento de sueldos de solo] el 16%. Lo que cada uno de nosotros obtenga en compensaciones con los empresarios, a Kirchner no le importa. Si lo conseguimos, es nuestra pelea.

Para ellos lo que muestran los medios es la realidad o, mejor, lo que se lee en los diarios. Es cierto que los diarios marcan la agenda del día, pero también llegan a poca gente. Sobre esta predilección por la prensa diaria por sobre la televisión, en tiempos de armonía entre Clarín y el Gobierno, Héctor Ricardo García calificaba de torpe al que hizo el convenio:

Porque Clarín vende 320 mil ejemplares por día, y yo calculo que la mitad están motivados por los avisos clasificados. O sea quedan 150 mil lectores, lo que no llega a dos puntos de rating y TN tiene más; y Telenoche tiene 20. Son dos millones de espectadores, sólo en Capital y Gran Buenos Aires. Además, TN llega a medio país…

Ahora, cuando a diferencia de dos o tres años atrás, quedan pocos medios oficialistas (aunque se vienen varios) el gobierno dinamita su relación con el Grupo Clarín, que pasó sin escalas de tapas edulcoradas a notas críticas de opinión sin firma en pocos meses. Desde la óptica oficial ¿es una buena jugada ponerse en contra al segundo actor político más importante después del gobierno, según la lógica de los Kirchner?

Si es una demostración mutua de fuerzas para negociar, habrá que ver en el balance los costos para las dos partes. Por ahora, este modo de hacer política del kirchnerismo se asemeja al enfrentamiento con el campo, donde están regalando a la oposición al electorado rural, el grueso de sus votantes en las últimas elecciones, sin ganar, a cambio, al electorado urbano que les fue esquivo.