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Periodismo.com: antes del rediseño

Febrero encontrará a Periodismo.com con una nueva cara. Y, lo que es más importante, con un nuevo cuerpo.

Guillermo Culell, ex gerente de Contenidos de Clarin.com, especialista en rediseños radicales declaraba: “la gente en Internet es muy conservadora y al principio no ve con buenos ojos los cambios”. Nunca entendí por qué, si para él el usuario de Internet es conservador, sus reformas eran tan tajantes.

En este caso, a simple vista no serán demasiado los cambios. Apenas un ajuste del logo, algún reemplazo de fuentes tipográficas y una reescritura de la hoja de estilo. Esto defraudará a los estetas, que equivalen rediseño con transformación visual.

Las innovaciones que mostraremos en los próximos días ponen el acento en la otra pata que debe contemplar un rediseño (y que normalmente es la que menos se atiende en estos procesos): la usabilidad.

Historia

El sitio comienza el 11 de setiembre de 1997 bajo el nombre y la URL Periodismo.com.ar. En Archive.org puede seguirse su evolución desde diciembre del ’97 hasta enero de 2006 aquí y hasta abril de 2006 aquí. Se notará que no fueron demasiados las mutaciones en toda su existencia. Y que desde mitad de 2001 hasta ahora fueron mínimas. En total el sitio tuvo dos logos: el original y el actual, bien diferentes entre sí.

Periodismo.com está integrado desde la home page, pero la arquitectura de las diferentes secciones es independiente. Por ejemplo, desde los comienzos usamos para la carga de noticias al paleozoico NewsPro, un CMS antes de que existiera la palabra y que nunca nos defraudó, a punto tal que para Noticias Locas seguimos usando su fork, Coranto.

Para los Foros de discusión fuimos variando el programa, pero desde hace varios años corre, apenas modificado, el phpBB. El Buscador de Recursos Periodísticos Ariadna usó siempre Links 2.0, otro programa de museo. Efemérides, Cambio de Monedas, Don Segundo Sombra, el TV Game son scripts propios o fuertemente modificados de su versión original. Hay secciones programadas en Perl y otras, generalmente las más nuevas, en PHP. También hay muchas páginas estáticas, como Crónica de la Guerra, Libros por tema o los listados de medios online.

Integrar la información

Una de los principales defectos que siempre tuvo el sitio fue la ausencia de un buen buscador. Entre otras cosas por la convivencia de este collage de programas. Para buscar en los foros había un buscador, al igual que las Efemérides y un tercero para Ariadna. También pueden accederse a los titulares anteriores, día por día. Aunque, por ejemplo, los medios online quedaban sin un motor de búsqueda que los agrupara. Estos buscadores por sección funcionaban en forma aceptable. Pero si el usuario no tiene un buscador centralizado con la información indexada al momento de la carga, el sitio está escamoteando mucha información de utilidad.

En el sitio rediseñado, un buscador presente en todas las páginas en el ángulo superior derecho muestra los resultados de todas las secciones ante una palabra clave de al menos cuatro letras.

Otra duplicación de información que fue integrada es la de los medios online (diarios, revistas, radios y TV) y Ariadna. Si uno quería encontrar un diario no sabía si tenía que ir a Ariadna, a la sección de Diarios Online o el link estaba en ambos. Así, las secciones de medios online desaparecen y todos los links, incluyendo los de los Libros por Tema quedan fusionados en el nuevo Buscador de Recursos Periodísticos. Esto incluye una recategorización y una lenta revisión manual de todos los enlaces, que implica una mayor calidad de cada link pero también, por ahora, una menor cantidad: de los alrededor de 6.000 links actuales, esperamos llegar a 1.000 para el lanzamiento y superar el número actual en algunos meses.

Los links a medios online de la página principal también fueron revisados. Las revistas online de la Home, por ejemplo, se achicaron bastante: ahora solo aparecen aquellas semanales cuya edición online sea abierta y tenga más de una nota completa. Lo mismo la tv online: enlazamos en la Home a aquellos canales que tengan transmisión gratuita en vivo. Por eso no va a figurar allí Canal 13 (no transmite), ni Telefé (es paga). Y se amplían los medios exclusivamente digitales y entran en escena los blogs, que hasta ahora no tenían un espacio propio.

Pero así como sintetizamos la información, también consideramos que muchas veces la redundancia favorece la usabilidad. La citada ventana de búsqueda en todas las páginas, por ejemplo. O un nuevo menú superior de navegación, presente siempre, pero que en la Home compite con uno lateral.

Por las características del Sistema de Manejo de Contenido que usaremos, la mayoría de las direcciones del sitio cambia. Pero tratamos de conservar las viejas versiones o de redireccionar a las nuevas. Además, el «error 404» (página no encontrada) contiene un mapa del sitio actualizado y, nuevamente, un acceso al buscador.

Noticias y Notas al Margen

Estas dos secciones seguirán protagonizando la Home Page. Las noticias mantendrán su formato: los diez hechos principales de cada día y tres links complementarios a otros medios para cada una. Entre las mejoras se facilita y promueve la navegación interna; se agrega una descripción en la home (usando un tooltip) y en el feed de RSS; y se suman versiones de impresión amigable, PDF y envío por email. Además del buscador, las noticias se pueden consultar a través de un archivo histórico que, una vez que esté importado completamente, se remonta a 1998.

Las Notas al Margen seguirán funcionando como hasta ahora, solo que se archivan, además de por fecha, por categoría, por título y por popularidad. También estamos tratando de importar el archivo completo de esta sección, que arranca en 2003 aunque, por tratarse de enlaces a otros sitios, una alto porcentaje conduce a páginas inexistentes.

Último momento

Aunque considero que las noticias de último momento están sobrevaloradas por los medios digitales, era ineludible contemplar una sección de actualidad caliente para Periodismo.com.

Lo que quedó es un listado que cambia cada media hora (a las «y cinco» y a las «y treinta y cinco» de cada hora) con las noticias de último momento de los principales diarios online en español ordenado cronológicamente.

Estos titulares se muestran en una nueva columna en la Home (entre las noticias y las Notas al Margen) y en una sección propia.

Lo que sigue igual

Las Efemérides y la sección de Cambio de Monedas siguen igual para los usuarios. Los Foros de discusión también, aunque no rescataremos en este caso el archivo histórico y todos los usuarios deberán volver a registrarse. La política de moderación de los mensajes será un poco más estricta, aunque continuaremos con la idea de no borrar ningún mensaje a menos que se insulte a otro participante, se «spamee» el foro o una respuesta desvíe demasiado el tema en discusión. El único cambio será que suspenderemos a usuarios/IPs recurrentes en estas conductas.

El CMS

El Sistema de Manejo de Contenido (Content Management System o CMS) detrás del nuevo Periodismo.com es un Xoops con bastantes modificaciones, sobre todo en sus módulos.

Conocemos a Xoops desde hace mucho. Hicimos sistemas para varios clientes usando este CMS, entre ellos el del Centro Cultural de la Cooperación y el del próximo rediseño de Medioslatinos.

Es bastante rápido, muy maleable y, sobre todo, cuenta con una muy buena comunidad de usuarios, también en español.

10 años

Este es un resumen de lo que podrán ver y usar pronto. Por trabajos para terceros, situaciones personales y otros temas que no importan aquí, la idea de este cambio lleva casi un año.

2007 es el año en el que el sitio y el premio Don Segundo Sombra cumplen una década, así que llegamos con el relanzamiento en un buen momento. Y ya estamos pensando las nuevas secciones.

¡Ojalá que disfrutemos al nuevo Periodismo.com!

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Ya llega…

Falta poco para que esté online el rediseño de Periodismo.com.

Desde aquí voy a ir contando el proceso, antes, durante y después del lanzamiento.

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Clarín, ¿y el archivo?

Algunos medios online tienen archivo y otros no. De los que tienen archivo, algunos cobran para su acceso y otros lo ofrecen gratis. De los que cobran para su accceso, algunos muestran un pequeño fragmento previo pago y otros se limitan al título. Pero lo de Clarín.com es único: el archivo es gratuito, pero no hay manera de acceder al contenido online, ni gratis ni pagando.

Cuando editaba los textos del Boletín de Periodismo.com para republicar, buscaba links relevantes para complementar algunos artículos. Por ejemplo, éste está centrado en un artículo de The New York Times publicado por Clarín en 2001. No fue fácil localizarlo, pero cuando lo encontré, apareció esto:

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¿Alguien puede explicar cuál es la utilidad de un archivo como este?

Así que, ahora que otros nabos vuelven a protestar por el Premio Don Segundo Sombra, tampoco voy a poder chequear en esta nota de Clarín si era el el Concejo Deliberante de Coronda o el de San Antonio de Areco el promotor del proyecto que nos declaró por unanimidad «personas non gratas» por haber creado el galardón a lo peor de la tv argentina…

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Conclusión

Aquí termina el repaso por lo mejor del Boletín de Periodismo.com. Republiqué 25 de los 100 artículos principales y a continuación sumo otros dos. Como este es un blog personal, se omitieron los textos escritos por otros autores. Con una excepción: el texto de Pablo Marchetti, director de la revista Barcelona sobre «Qué es el periodismo». Al final de su texto cuento el por qué de la decisión:

«PERIODISMO ES MENTIR»

(por Pablo Marchetti) El periodismo es una grandísima mentira. Tal vez la más grande de todas. Seguro, la más certera y la más convincente. El periodismo es la mentira perfecta, fundamentalmente porque se autopromociona como la verdad, aún a sabiendas de que la verdad no existe.

Como la ficción, el objetivo excluyente del periodismo es atrapar la atención del lector/oyente/televidente/espectador. Y para semejante y tan difícil tarea, como sucede con la ficción, el periodismo intenta construir un buen relato. Ese relato se nutre de elementos de la realidad. Y si el relato está bien construído (si se trata de buen periodismo) sucede el milagro y todos terminan creyendo que ese relato es la verdad.

Pero, a diferencia de la ficción (el cine, el teatro la literatura; como decía Oscar Wilde: «Aguante la ficción, carajo»), el periodismo insiste en que ese relato es la verdad. A pesar de las célebres palabras de Roberto Arlt («el show debe continuar») cualquier espectador o lector sabe que el relato de una película, un libro o una obra de teatro termina en cuanto se encienden las luces de la sala o se termina la última palabra de la última página. Es cierto, existen muchas obras basadas en hechos reales; pero justamente, el hecho de que estén «basadas en» pone de manifiesto la existencia de la subjetividad del autor. La situación, en esos casos, queda perfectamente «blanqueada» desde el momento que se las encuadra en el rubro «ficción».

El periodismo, en cambio, pretende hacernos creer que por trabajar con la realidad como materia prima para construir su relato el resultado de esa construcción es siempre «la verdad». Esta superstición está tan difundida que cuando un relato periodístico no es bueno, uno de los argumentos más comunes para denostarlo es afirmar: «Eso no es verdad».
Pero la única verdad, decía Winston Churchill, es la realidad. Y la realidad es que nada es verdad: por más certeza que exista en algunas anécdotas o datos de algunos relatos, el relato periodístico es de por sí tan arbitrario como el haber elegido contar una anécdota determinada y no otra, tan divertida como esa. Cuando un trabajo periodístico posee muchos elementos de la realidad, no estamos ante la presencia de más verdad, sino de una mayor calidad de relato. Y lograr un buen relato, un relato entretenido, divertido, que atrape la atención de quien lo sigue, es la razón de ser del periodismo.

Como sucede con todo buen relato, el relato periodístico implica tener algo para decir pero también un buen modo para decirlo. Es qué y cómo. En el periodismo suele decirse que existen seis preguntas fundamentales. Pero el asunto es relativo: lo del cuándo, el dónde, el quién y el por qué forman parte de la lógica del periodismo, son sus herramientas con las que se construye la noticia, que es el relato más básico y elemental. Pero la esencia del periodismo es qué y cómo. Forma y contenido. Se puede hacer buen periodismo con buenos contenidos y mala forma, y viceversa: se pueden hacer grandes cosas simplemente relacionando de manera inteligente un par de datos que todo el mundo conoce.

Cuanto más efectivo sea un relato periodístico, será más sencillo acaparar la atención de la gente. De todos modos, existen muchos modos de lograr este objetivo (muchas formas de hacer periodismo) y también existe una amplia variedad de géneros. El público, como suele suceder con todo en esta vida, es de lo más variado y, afortunadamente para todos nosotros, existen gustos para todo el mundo. Como decía Descartes, «el público siempre tiene la razón».

Pero así y todo, el secreto está en construir el mejor relato posible con elementos de la realidad y tratar de que ese relato se confunda no con una verdad, sino con la verdad. Es la única manera de destacarse del resto. Porque el periodismo es también la necesidad de gritar más fuerte que el otro. O, como dijo Mariano Grondona, «El periodismo será revolucionario o no será».

Se publicó en el Boletín de Periodismo.com Nº 84 de marzo de 2005. Tuvo muchas repercusiones, la mayoría que no pueden contarse. Pero que generaron una respuesta mía en el siguiente Boletín:

«PERIODISMO ES NO MENTIR»

(por Diego Rottman) El email de un ahora ex suscriptor de este boletín: «Es una verdadera pena, pensé mientras avanzaba en la lectura del Boletín de este mes. (..) Un boletín respetado, el resumen diario de noticias tan útil, que estén de acuerdo con que les llamen mentirosos y no se les mueva un pelo. (..) ¿Es verdad que la verdad no existe? Porque si la verdad no existe, tampoco existe la mentira, que es la anti-verdad deliberada y, por lo tanto, tampoco existe el engaño, ni la corrupción, que está basada en el engaño. ¿Acaso Periodismo.com me quiere convencer de que la corrupción no existe? ¿O es que me quieren convencer de que la verdad no existe para venderme cualquier mentira sin penalidad? Es una pena, y sé que lo voy a lamentar. La pelotudez postmo se encuentra en cualquier lado, es fácil de conseguir porque los pensadores light abundan. Así que ¿para qué seguir recibiendo el boletín? No quiero volver a recibir ni su boletín, porque ya no lo respeto, ni el resumen diario».

Estos comentarios destemplados hacen referencia al artículo de Pablo Marchetti, «Periodismo es mentir» del boletín de marzo. Marchetti dirige Barcelona, una revista humorística que se nutre de la actualidad, pero inventa sus propias noticias para satirizar a los medios. El mecanismo es eficaz: Mirtha Legrand y Mario Pergolini dieron por verdaderas informaciones falsas de Barcelona.

La idea de la serie de artículos «¿Qué es el periodismo?» que estamos publicando este año en nuestro boletín quiere reflejar las distintas visiones que puede haber sobre el periodismo, coincidamos o no con ellas. Barcelona es un fenómeno interesante, la contracara del periodismo. O su exageración. No pienso discutir el silogismo del email. Podría refutar a Marchetti desde la paradoja de que, si según él el periodismo miente, y su artículo dice que el periodismo miente, su artículo miente (por lo tanto el periodismo dice la verdad). Pero prefiero disentir desde otro lugar.

Si hay algo que hermana al periodismo sensacionalista con el respetable, a los noticieros televisivos con los diarios, al nuevo periodismo con el tradicional, a la crónica de un estudiante con la columna del periodista consagrado es que no mienten. En el periodismo no está permitido mentir. Y esto lo diferencia del arte y la política.

Cuando en su razonamiento Marchetti habla de las mentiras del periodismo («se promociona como la verdad», «construye un buen relato», «busca atrapar la atención del receptor») en realidad está criticando las estrategias de enunciación del periodismo, más que negar la existencia del tsunami del sudeste asiático o de Terri Schiavo. Pero, al contrario de los que sostiene Marchetti, el chiste está en que el periodismo puede promocionarse como la verdad, construir un buen relato, atrapar la atención del receptor y, a la vez, no mentir.

No mentir no necesariamente significa buscar el bien común, ni dar a conocer todas las voces sobre un tema ni divulgar todo lo que se sabe. Y, sobre todo, no mentir no necesariamente significa decir la verdad. Escribir en potencial no es mentir. Cerrar un artículo cuando aún faltan datos importantes no es mentir. Decir que alguien dijo algo, aunque no podamos verificar que ese algo sea verdad, no es mentir.

Al contrario de lo que dice Marchetti, lo UNICO prohibido en el periodismo es mentir. Y esto lo saben muy bien Jayson Blair, Stephen Glass y nuestros Nahuel Maciel y Jorge Zicolillo. Barcelona miente, pero nadie se informa con Barcelona. De hecho, quien no haya leído previamente los diarios, no entenderá el humor de Barcelona.

En el periodismo puede decirse la verdad, pero no es obligatorio. Alcanza con no mentir. El día que al pie de un artículo se lea «esta noticia es una operación del Gobierno, pero sirve a los negocios del diario» o al terminar una nota el conductor del noticiero anuncie «hay noticias más importantes que ésta, pero dan menos rating», el periodismo habrá empezado a decir la verdad.

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Topología de la noticia

Escrito en noviembre de 2001 para el Boletín de Periodismo.com Nº 45

Para festejar sus 75 años, en 1998 la revista Time decidió compartir algunos secretos con sus lectores. Entre los datos jugosos de ese número especial, contaron que, hasta ese entonces, las tapas más vendidas de la revista habían sido la conmemorativa de la Princesa Diana, la de su muerte, la de la renuncia de Nixon, la de la muerte de John Lennon y la dedicada a Michael Jackson. Además, revelaron los números menos vendedores y, bajo el título «Dear Idiots», enumeraron las portadas que generaron más cartas de rechazo y, a la vez, el mayor número de suscripciones dadas de baja: la redacción recibió 12.191 cartas de lectores a partir de la tapa dedicada a «El último tango en París» (1973). Le siguen «Ayatollah Khomeini, hombre del año» (1980), «¿Ha muerto Dios?» (1966) y «Sexo en EE.UU.» (1964).

Los medios de gráfica impresa son los que más intuitivamente deben decidir el contenido de su sumario: que el número de una revista venda más o menos puede depender de su nota principal, de la tapa de la competencia, de las noticias socialmente más instaladas y hasta de los factores climáticos de esa semana.

La TV y la radio pueden consultar el rating (¡medido por minuto!) y los medios de gráfica electrónica tienen estadísticas detalladísimas de cada artículo publicado. Cuando un diario o una revista tiene sitio web, puede acudir a estos datos para medir el impacto de una pieza periodística. Las versiones online de El País, Clarín o CNN, entre otros, también hacen públicas las estadísticas de los artículos más visitados, lo que sirve como un interesante entrenamiento para futuros editores.

Lo cierto es que a partir del 11 de setiembre parecería haberse revertido una tendencia: ahora habría una creciente avidez por las llamadas noticias «duras». La cobertura de los atentados disparó el interés por la sección de internacionales, pero el tema va mas allá: los programas de investigación periodística encarados con profesionalismo son líderes de audiencia, superando muchas veces a los reality shows.

Ademas del prestigio, las ventajas de las noticias duras para los medios tienen que ver con que los estudios demuestran que los consumidores de este tipo de material periodístico también son un segmento consumidor de otros bienes. Es un publico informado, formado y con alto poder adquisitivo. También es cierto que mandar corresponsales a la guerra o producir programas de investigación sin salir al aire durante meses puede ser muy costoso.

Pero en realidad la distinción entre noticias duras y blandas debería descartarse, para analizar otras variables del contenido periodístico a la hora de medir su interés: el bagaje (background) y el magnetismo. Porque el interés por las llamadas noticias duras irá desapareciendo en la medida en que el conflicto de la guerra vaya haciéndose más complejo. Y una noticia como las que se suele publicar en los tabloides nunca dejará de llamar la atención. El éxito de una noticia entonces, no está en su dureza o su blandura, sino en su baja apelación al bagaje cultural y en su alto magnetismo.

En ese sentido, para consumir la «noticia dura» de dos aviones estrellándose contra dos edificios no hace falta demasiado bagaje cultural, pero para entender políticamente el conflicto detras de la guerra sí. Que se hayan saturado los servidores el 11 de setiembre, pero que los diarios vendan menos en la medida en que el conflicto es cada vez más complejo es la demostración.

Las «noticias blandas» son para todos, no piden un lector con formación. Pero una noticia de la sección política podría ser tildada de «blanda»: que un juez o un diputado protagonicen un escándalo privado, muchas veces es lo mismo que si el protagonista fuera un carnicero o un actor. Posiblemente la única diferencia es que si el protagonista es un político, la noticia sea consumida tanto por el lector de la sección Política como por el lector de la sección Policiales.

En cuanto al magnetismo, debería atravesar a todas las secciones del medio para cautivar al lector. La idea de que las noticias políticas o económicas no pueden ser entretenidas desconoce la expresión inventada por el periodista Harry Rosenthal, el «Hey, Martha», que define al hombre en la mesa del desayuno que levanta la vista de la lectura de su periódico para llamar a su esposa «¿Hey, Martha, has visto esta noticia?».

Así, comprar «el fenómeno de las noticias duras» puede llegar a decepcionar dentro de un tiempo, cuando las infografías sobre el campo de batalla no alcancen y los medios descubran que el costo de la cobertura empieza a dar pérdidas y retiren a sus corresponsales. En ese sentido, la noticia de que «renace el interés por las noticias duras» es un muy buen ejemplo de una noticia blanda…

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Sentidos

Escrito en octubre de 2001 para el Boletín de Periodismo.com Nº 44

Uno de los mayores malentendidos de la cultura visual es la frase «una imagen vale más que mil palabras». La muletilla dio lugar a debates, a tesis y a clichés de conductores sin imaginación.

Si se rastrea su origen, se verá que se trata de un falso debate. En realidad la traducción adecuada de este proverbio chino debería ser «el significado de una imagen puede expresar diez mil palabras», que no superpone lo gráfico a lo textual, sino que los hace convivir en armonía.

El nacimiento de la confusión es por demás bizarro. Un publicista norteamericano lo introdujo en el mundo occidental en un aviso de polvo para hornear Royal. Allí, el dibujo de un «sabio chino» sentenciaba que una imagen vale más que mil palabras y exhibía con orgullo un bizcochuelo de incuestionable altura. Desde entonces, la puerta estuvo abierta para refutadores y apologistas.

Aunque todavía no hay una imagen excluyente que represente el atentado a las Torres Gemelas, millones de ojos se intoxicaron contemplando la escena. Antes de buscar un sentido, los espectadores, sentidos, pierden el sentido. Los sentidos se saturan y a la vez piden más.

Sentido común. Un avión estrellándose contra un edificio=accidente extraordinario. Dos aviones estrellándose contra dos edificios=atentado.

Sentido vectorial. Dos cuerpos en movimiento horizontal atraviesan dos cuerpos estáticos. Los cuerpos estáticos se transforman en cuerpos en movimiento vertical descendente.

Sentido del olfato. Falló en muchos periodistas apresurados por ganarle a la cadena competidora o ingenuos al reproducir la información «del cuartel». Hubo terroristas que no eran tales o que habían muerto un año antes. Hubo coches bomba que aparecían y desaparecían y, fundamentalmente, mucha información con doble sentido.

Sentido del humor. Los únicos periodistas que no pudieron ejercer su profesión fueron los humoristas. ¿Quién pone la cara para bromear con algo así? Mientras Clarín levantaba la contratapa con las tiras cómicas y Página/12 anunciaba en su tapa «Hoy no hay chiste», las cadenas de correo electrónico se mofaban del atentado desde el anonimato. En este caso, el sentido del tacto es, a la vez, el sentido del gusto.

Sentido del oído. La ventana televisiva por la que todo pasa está cerrada. No hay gritos de auxilio o de dolor, sirenas o llantos. La asepsia selectiva de la CNN nos obtura la capacidad de escuchar lo que está pasando.

Sentido de la vista. Pocos repararon en un grupo de espectadores que no pudo sufrir del mismo modo que el resto del mundo: los ciegos. «Carentes de una descripción de los atentados, muchos ciudadanos de Estados Unidos y del mundo entero se ven impedidos de comprender exactamente lo que ocurrio y cómo ocurrió. Por consiguiente, su posibilidad de ‘digerir’ el horror y compartir la experiencia con el resto de la población se ve muy reducida porque lo visual predominó en esa experiencia para la mayoría», reflexiona Kynn Bartlett, principal técnico de Idyll Mountain Internet que da cursos sobre diseño de sitios web accesibles para todos. Algunos sitios web han sentido el problema y desarrollaron páginas sobre los atentados accesibles a los no videntes. A cada instancia del episodio equivale una descripción con palabras de lo que se ve. Sin embargo decir «neoyorquinos, uno con corbata, el otro con remera negra y pantalones oscuros, corren aterrorizados por las oleadas de humo de los escombros detrás de ellos» nunca va a equivaler a ver esas caras y ese humo.

En ese sentido, una imagen vale más que mil palabras.

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«¿Y cuándo se publica esta nota?»

Escrito en agosto de 2001 para el Boletín de Periodismo.com Nº 42

Los lectores ingenuos suponen que los únicos artículos que se escriben antes de que los hechos sucedan son los horóscopos, cuando en realidad la planificación es intrínseca al periodismo.

La mayor o menor antelación en la escritura de una nota dependerá de muchos factores, pero hay un género, considerado menor y usualmente esquivado, donde las noticias pueden escribirse varios meses y hasta años antes de que el acontecimiento se produzca: las necrológicas.

Biografía complaciente algunas veces, repaso aséptico de la obra del fallecido otras, la noticia de la muerte de un personaje de notoriedad es preproducida por la mayoría de los medios grandes. En muchos casos el obituario quedará archivado hasta que lo que está allí escrito se confirme en la práctica. Por supuesto que en varias líneas se leerá «XXXX», que oportunamente será cambiado por el dato de último momento.

Los profesionales del género acumulan anécdotas de famosos que se escandalizan por haber sido elegidos para semejante honor, pero también de otros que se enorgullecen y hasta llaman periódicamente al periodista responsable para mantenerlo al corriente de las últimas novedades de sus carreras.

Tom Bennett escribió para el Atlanta Journal-Constitution unos 400 obituarios por adelantado, cincuenta de los cuales contaron con la colaboración del futuro difunto. Segun él, hay un patrón común a todas las entrevistas «quieren que sus carreras sean entendidas, apreciadas, bien interpretadas. Y que nada quede afuera». Aunque otras celebridades, como Noël Coward reaccionen distinto. Cuando un periodista lo llamó para recabar «información para ser usada en caso de muerte», Coward respondió: «Ah, mi necrológica. No me interesa. Cuando se publique ya voy a estar muerto».

Si la situación es incómoda para los periodistas que deben responder al entrevistado desprevenido que les pregunta cuándo se publica la nota, peor aún es que alguien lea su propio obituario. Cuando esto le sucedió a Mark Twain, eligió desmentirlo con su acostumbrada ironía: «fue una verdad anticipada, un dato inevitable, pero prematuro». En 1970 el diario argentino Crónica anunció erróneamente el fallecimiento de Fabio Zerpa pero, lejos de rectificarse, al día siguiente publicó una entrevista con el aludido a la que tituló: «El hombre que volvió de la muerte».

En este sentido, el sitio web Dead People Server es una herramienta muy práctica para periodistas precavidos. Aunque muy localista, mantiene un listado de más de 2.000 celebridades, que incluye enlaces a citas, fotos, libros biográficos, obituarios publicados en los diarios y hasta el sitio web oficial del fallecido. Cada persona ostenta un cartelón rojo con su estado actual (vivo o muerto) y los datos biograficos elementales. Hay también una página especial dedicada a casos como los de Twain o Zerpa. Bob Hope, por ejemplo, murió para el Congreso Norteamericano el 5 de junio de 1998, cuando un funcionario se hizo eco apresuradamente de un cable que la agencia Associated Press había liberado por error del archivo de las necrológicas adelantadas. El borrador se evidenciaba en las primeras lineas donde podía leerse «LOS ANGELES (AP) — Bob Hope, the master of the one-liner and tireless morale-booster for servicemen from World War II to the Gulf War, xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. He was xx. (born May 29, 1903)». Por esos días alguien burlonamente lanzó «The Bob Hope Dead Pool», un sitio web donde la gente apostaba el día en que el actor pasaría a mejor vida.

La consolidación de Internet permite una mejor calidad de la información, con bases de referencia actualizadas y confiables y acceso inmediato a especialistas de todo el mundo, pero a la vez multiplica la cantidad y velocidad de los rumores y falsas noticias. En los últimos meses se difundieron a través de la Red las falsas muertes de Britney Spears, Lou Reed y Eminen entre otros.

Este repaso no estaría completo sin el recuerdo de las necrológicas de la casi muerta revista MAD: en lugar de reseñar la vida de personas ilustres, la publicación humorística amplió las fronteras de lo «necrologizable» con obituarios de personajes de TV (Steve Austin, «muerto por obsolescencia»), de costumbres («las canciones con melodía»), de personajes de merchandising (Ronald McDonald, «muerto de sobreexposición») y de personajes de historieta (Wally, «perdido y presumiblemente muerto»).

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Zappling (zapping x sampling)

Escrito en junio de 2001 para el Boletín de Periodismo.com Nº 40

No es casual que los dos verbos que mejor han definido y representado este final/principio de milenio sean dos verbos nuevos, coincidan en su origen tecnológico y signifiquen más o menos lo mismo aunque de maneras diferentes. Es una nueva era, en el principio eran los verbos y los verbos eran clonar y samplear. Los dos se ocupan de crear algo nuevo a partir de algo existente. El primero a partir de lo genético; el segundo, siguiendo postulados electrónicos.

Hasta hace poco, el consumidor promedio no tenía acceso a herramientas que le permitieran tomar elementos de la cultura de masas y reconvertirlos en algo propio: un fanzine, una película en Super 8 o una grabación electrónica. Eso llegó con el desembarco en el mercado de los scanners, las fotocopiadoras y los programas de computación: bienes de consumo accesibles que convirtieron las leyes de derecho de autor y marca registrada en un problema para los artistas independientes dispuestos a llevar adelante sus propias ediciones, páginas en internet y grabaciones.

El abaratamiento tecnológico y la aparición de instrumentos cada vez más perfectos provocarán -se dice- que la recreación prime sobre la creación. Serán las máquinas las que generen los productos artísticos. Dentro de esta tendencia se distingue la escuela inglesa, que desde los tiempos de la psicodelia ha concebido al estudio de grabación como un instrumento. Esta corriente, donde abundan más los disc-jockeys que los instrumentistas, hace realidad un viejo sueño punk: cualquiera, sin conocimientos previos, puede hacer música.

Entre otras cuestiones, la llegada de las tecnologías digitales y especialmente el uso que se ha hecho del sampler -recordemos que esta máquina permite la obtención de muestras de sonidos de otros discos y la posibilidad de utilizarlas para crear con ellas nuevos textos- ha terminado forzando a la industria musical y a la profesión legal a preguntarse acerca de quién es el propietario de un sonido (si es que existe) y, como extensión lógica de esta pregunta, si es posible adscribir la propiedad intelectual de un sonido.

El usuario entusiasta hace uso indiscriminado y libre de todo lo que encuentra en Internet. La interactividad es una de las reglas del juego. El hipertexto, el nuevo producto. Conceptos clásicos como los derechos de autor o la propiedad intelectual se están viendo sometidos a la necesidad de una redefinición. Lo que se vulnera o lo que exige tal vez una reconsideración es lo que hasta ahora hemos llamado el derecho moral sobre una obra, o propiedad intelectual, que con estas innovaciones adquiere nuevas formas: es difícil sostener de quién es la autoría y si la obra es alterada, utilizada en contra de los deseos o intereses de algunos de los autores, o tergiversada.

Pero creo que el problema es mas de raíz: lo digital no se considera «propiedad» de nadie. Se acepta socialmente que no es de nadie. Pero la apropiación indebida de lo intangible no está tan moralmente penalizada como la apropiación de lo tangible. Puede que sea una cuestión de evolución social: hasta ahora hemos vivido en un mundo de bienes físicos y hemos tenido que desarrollar un sistema de protección de la propiedad física para mantener la viabilidad de nuestras sociedades.

El término propiedad intelectual es contradictorio. La razón por la que tenemos el copyright es porque estamos tratando con contenedores en los que introducimos información. Desde Gutemberg, la única forma de hacer portátil la información era ponerla en un objeto físico que pudiera ser vendido. Es el mismo modelo económico que una tostadora o cualquier objeto físico. Quitale el envoltorio y se acabó el modelo económico. Cuando tomás mi idea, la tenés, yo sigo teniéndola, ambos la tenemos. Ha aumentado su valor para vos y para mí.
Y esto no es cierto para un tostadora.

¿Diego Rottman?

IMPORTANTE:

El primer párrafo se tomó del artículo «Corte y confección», de Rodrigo Fresán. Suplemento «Radar». 27 de mayo de 2001.

El segundo párrafo se tomó del libro «No Logo», de Naomi Klein. Picador USA. Diciembre de 2000.

El tercer párrafo se tomó del artículo «PRO.MU.», de Eduardo Berti. «Pagina/12», 31 de diciembre de 1989.

El cuarto párrafo se tomó del artículo «Entre la autenticidad y la impostura: música popular y nuevas tecnologías», de Joan Elies Adell Pitarch.

El quinto párrafo se tomó del artículo «Las ‘autopistas de la información’ quiebran el concepto clásico de propiedad intelectual», de Fietta Jarque. «El País», 4 de enero de 1997

El sexto párrafo se tomó del artículo «El problema de la propiedad intelectual es que no la percibimos como propiedad», de Alfons Cornella

El séptimo párrafo se tomó del reportaje a John Perry Barlow en el MetaForum II, Budapest, October 1995

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