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El día que rematamos Periodismo.com

En el Boletín de Periodismo.com Nº 21, de noviembre de 1999, en pleno auge de la burbuja de Internet, reprodujimos un aviso que habíamos publicado por esos días en el sitio de subastas Deremate.com. Este es el texto:

NÚMERO DE ARTÍCULO: 16974
VENDEDOR: Diego Rottman
TIPO DE REMATE: Normal
CANTIDAD: 1
PRECIO INICIAL: US$ 3,000,000.00

DESCRIPCION DEL ARTÍCULO: Ya es hora. Si, como dicen los expertos, un mes en la vida real equivale a un año en Internet, hace un «cuarto de siglo Internet» (en aquella lejana primavera del ’97) que mantenemos -en todos los sentidos- a Periodismo.com.

La primera generación de la Red era feliz ofreciendo lo que sabía sin pedir nada a cambio, «la información quiere ser libre», postulaba. Por no aprender a tiempo que IPO no es un movimiento convulsivo del diafragma, terminó desapareciendo. Las reglas cambiaron y no queremos parecer anacrónicos: hoy todos hacemos sitios web para venderlos a los «venture capitalists» (están muy ocupados comprando sitios web como para hacer un buen sitio web por sí mismos).

Para estar acordes con la Nueva Era pensamos rematar Periodismo.com al mejor postor antes de que sea demasiado tarde. Lo reconocemos: no somos los primeros que quieren vender su sitio… ¡pero tampoco queremos ser los últimos!

No somos ambiciosos: con tres millones de dólares nos conformamos. Considerando los actuales precios de mercado, no deja de ser una verdadera ganga.

Periodismo.com tiene muchas virtudes, pero no tiene sentido detallarlas: un buen capitalista de riesgo sabe hacer triunfar cualquier proyecto. Además, para un país donde todos los usuarios de Internet juntos no llegan a los cuatro puntos de rating, todos los sitios son un éxito.

A quienes crean que se trata de una broma, los desafiamos a verificarlo. Hagan sus ofertas y comprueben si todo esto es en joda.

Señores, ¿quién da más?

(Si tiene al menos 3 millones de dolares, puede participar de esta subasta en http://www.deremate.com/accdb/viewItem.asp?IDI=16974)

En el boletín del siguiente mes escribí la continuación, titulada «No somos millonarios»:

El auge de la vida sana y la alimentación natural ha engedrado la paradoja de promover productos cada vez más artificiales. Sacarina no es azúcar. El ejemplo extremo es la versión fin de siglo del viejo «café con leche»: café descafeinado con leche deslactosada. Faltan las medialunas desmedialunadas (¿o ya existen?) para constituir el desayuno perfecto para el amante de la buena alimentación. Lo curioso del reemplazo es que nadie duda de la legitimidad del sustituto, cuando muchas veces lo que pierde es su esencia.

No, no estamos en una isla del Caribe y gracias a eso usted tiene el privilegio de estar leyendo este artículo. Nadie nos dio los tres millones de dólares en el remate al que sometimos a nuestro querido sitio (y eso que aceptábamos un regateo).

Como el café descafeinado -que no es café- y la leche deslactosada -que no es leche-, tal vez Internet sea más virtual de lo que suponemos. Virtual en el sentido en que se convirtió en un ser mitológico sobre el que todos acordamos mentir y a la vez creernos esa mentira. ¿Ejemplos?

– Inversiones virtuales: diariamente escuchamos cómo los megasitios celebran acuerdos con las grandes corporaciones del software y del hardware, pero tuvimos que completar tres veces el mismo formulario del remate en «De Remate» porque daba error. ¿De qué sirvieron los fondos de los grandes inversores si en un sitio basado en formularios no funcionan los formularios?

– Infraestructura virtual: medios, sitios y hasta algunos usuarios insisten en hablar del boom de Internet en América latina. Una publicación respetable como el Wall Street Journal no lo desmiente, pero remarca las falencias de infraestructura que todavía hay que saldar para que Internet despegue verdaderamente. Segun el Computer Industry Almanac sólo el 3,2% de la población latinoamericana tiene una computadora y se prevé que la cifra aumente a un ritmo del 24% anual durante los proximos años. Esto significa que solo un 7,2% de la región tendrá una computadora hacia el 2003.

– Sitios virtuales: ya no hace falta tener un sitio en Internet para hacerse millonario, alcanza con un «business plan», que es una descripción pormenorizada de la evolución del sitio a futuro para tentar a los inversores. «La abrumadora inundación de planes consiste en productos para Wall Street, no en negocios reales. Muchas de las compañías que se fundan hoy ni siquiera tienen un producto», dice un artículo del Wall Street Journal.

– Contenido virtual: en los comienzos, Internet era el paraíso de los académicos, el medio anhelado para discutir, intercambiar información e investigar. La web no tenía la importancia de hoy y el correo electrónico era la herramienta por excelencia.

Con el desarrollo de la WWW, llegó la era de los fanáticos: personas que sin fijarse demasiado en el lucro dedicaban tiempo y esfuerzo a difundir lo que sabían sobre su tema (sea los perros de yeso, el fútbol africano o el periodismo). Fue la hora de la saludable explosión del contenido, no siempre confiable, no siempre fácilmente hallable, pero todos los que estábamos interesados en un tema estábamos conectados.

La evolucion lógica era la profesionalización de esas buenas intenciones. Entraron en escena «los que saben cómo conseguir dinero» y se hicieron cargo del juego. Ahora todos los días vemos sitios nuevos, que nos avisan que ya tenemos un lugar en Internet, fácil de usar y que se adapta a nuestras necesidades, pero una vez allí nos encontramos con híbridos sin personalidad. Todos reproducen los mismos cables de agencia (a eso lo llaman contenido), todos nos regalan correo gratuito, todos nos ofrecen chatear con famosos y desconocidos. Los expertos lograron millones de dólares de inversores pero, a fuerza de hacer masivos sus sitios, perdieron la oportunidad de profesionalizar lo fascinante de la Red, su segmentación.

– Oficinas reales: lo único real en este mundo virtual que es Internet son las oficinas de las nuevas compañías. Diariamente nos inundan la casilla de correo para avisarnos que otro sitio abrió oficinas en Brasil, México, Argentina o España. Oficinas. Justamente lo único innecesario para un medio donde todo se puede manejar a través de sus propios canales. Una paradoja más: para convencer a los inversores de que estan haciendo las cosas bien, tienen que demostrar que no confian en el medio al que apuestan.

Cuando tantas puertas conduzcan a alguna habitación, cuando las noticias sobre Internet vuelvan a aparecer más en el cuerpo del diario que en los suplementos económicos, cuando el contenido de los sitios lo realicen los periodistas, cuando alguien comente en su trabajo algo que vio en Internet el dia anterior, cuando los emprendedores de la Red quieran hacerse ricos como consecuencia y no a causa de Internet, habrá nacido un nuevo medio.