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Toda la verdad sobre los famosos argentinos está en Google

Google incorporó su opción «Suggest» a la versión argentina del buscador. Como una vieja de pueblo pero globalizada, nos dirá los rumores de todos los famosos vernáculos con solo escribir el nombre y la palabra «es», basándose en lo que buscan la mayoría de los usuarios.

Acá algunos ejemplos de este Rial 2.0:

Marcelo Tinelli

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(¿no lo habrán confundido con Ricardo Fort?)

Ricardo Fort

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(¿nadie busca «ricardo fort es fabricante de golosinas»?)

Zulma Lobato

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(¡no me jodas! y yo que creía que era una mina…)

Jessica Cirio

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(lo dice Google, no yo)

Pedro Pompilio

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(para una antología del cuento breve)

Duhalde

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(seguro que así no quería pasar a la Historia)

Cristina Kirchner

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(es bipolar: de a ratos es judía y de a ratos, abogada)

Juan Román Riquelme

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(otro bipolar)

Víctor Hugo Morales

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(Majul debe estar chocho con esta búsqueda)

Clarín

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(se vienen las tapas del gran diario argentino en contra de Google)

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NIC Argentina ¿la gran estafa?

Hoy el dominio .com cumple un cuarto de siglo. En estos 25 años registrar dominios se convirtió en un negocio muy redituable, sobre todo para los más comercializables, como toys.com, casino.com o porn.com.

En Argentina no se cobra para registrar los dominios .com.ar, lo que hace que la inversión a la hora de jugarse a vender en un futuro un dominio sea nula. Es sabido que el sistema para hacerse de estos dominios es abstruso y paleozoico. Lo que no se sabía es que además es tramposo.

El 2 de marzo de este año los medios de todo el mundo difundieron la noticia de que Google había comprado al editor de imágenes online Picnik. Si se iba en ese momento a la consulta de dominios de Nic.ar y se buscaban los datos de picnik.com.ar se obtenía la siguiente respuesta:

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Es decir que, si en esos cinco días su propietario actual no lo renovaba, el dominio entraba en un período de latencia de 30 días (es decir, alrededor del 7 de abril) luego del cual podía ser liberado para que cualquiera lo pueda volver a registrar.

Eso no sucedió. Alguien lo registró no solo antes de que terminara el período de espera, sino dos días antes de que se venciera para su anterior dueño:

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El nuevo registrante nada tiene que ver ni con Google ni con Picnik, sino que es un italiano con domicilio en Florencia y en Beccar.

¿Debemos sospechar que los dominios potencialmente valiosos son toqueteados a mano por los responsables de Cancillería?

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Malas Palabras cumple cuatro años

Ahora que los medios masivos están más preocupados por Twitter y Facebook, ya no necesitamos definir qué es un blog. Sabemos, un blog puede ser cualquier cosa: una lista de publicidades encubiertas, un banquito para pararse a soltar opiniones, una sucesión de videos de YouTube, un diario íntimo abierto al mundo, un espacio para discutir, una tarjeta de presentación, un archivo, un periódico, un museo, un catálogo.

Un blog puede hacerse de a uno o de a muchos. Puede tener un formato cronológico o no. Puede aceptar comentarios o no. Puede ser público o no. Puede tener fines comerciales o no. Puede tener contenido propio o no. Puede actualizarse con una periodicidad fija o no.

Lo que pocos pueden discutir es la facilidad de acceso a la creación de un blog. Con los ingresos suficientes para pagar la estadía en un ciber y los conocimientos necesarios para mandar un email basta para ser bloguer.  Esta facilidad engendró literalmente millones de blogs, una democratización inédita de la palabra, usada, como todo en Internet, tanto para iluminar las mentes de personas de todo el planeta como para vender Viagra. Publicar ya no era más un complejo proceso, ahora era un botón esperando ser clickeado.

Tan pero tan fácil y barato es abrir un blog, que muchos lo hicieron porque era fácil y barato y de ahí la cantidad de fantasmas que pueblan la blogosfera. ¿Cuántos se preguntaron «por qué» o «para qué» antes empezar a escribir posts?

Los que ganan dinero con su blog directa o indirectamente y los que copian/pegan de otros lados para alimentar blogs que firman con su nombre siguen en pie y les queda una larga vida bajo WordPress o Blogger. Los primeros encontraron su «para qué», los otros siguen sin necesitarlo. Para los primeros, tener un blog es una obligación, para los otros, una rutina.

Pero cuatro, cinco o seis años es mucho tiempo para la mayoría de los blogs «de autor». Por eso sus creadores van, de a poco, despidiéndose del contacto más o menos cotidiano con sus seguidores. Muchos se pasaron a alguno de los otros dos grupos. O los años los fueron llenando de obligaciones que cuando empezaron no tenían. O se dieron cuenta de que sus lectores ya no tienen tiempo de leer tanto. O se les acabaron las ideas originales. O ya nada parece una idea original. O se fueron a Twitter a escribirlo más corto. O se aburrieron. O se divierten con otras cosas. O todo eso junto.

Pero hay esperanzas: como la «casita de los viejos», los amigos de la infancia y los vicios abandonados, van a volver. Porque un blog es un hogar, un amigo y un vicio.

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Mesa de saldos XX

Especial autobombo

A punto de tomarme unas merecidas vacaciones, este blog no va a actualizarse, al menos, hasta marzo, cuando cumpla sus primeros cuatro años de vida.

Para que no se aburran durante todo ese tiempo, acá va un listado de otros sitios, blogs y espacios en redes sociales que tienen que ver conmigo.

Malas Palabras: empezando por acá, mi blog personal tiene casi mil entradas para leer. Acá, acá y acá hay una selección de los mejores posts. Recomiendo también el «Manual de Zonceras Digitales», una especie de manifiesto contra los lugares comunes de los medios online. Este es su índice:

Introducción a la zoncera digital
El mediopelo digital
Fe de erratas se busca
Apología del enlace
Free vs. fee, un falso debate
“Festina lente”
Lo que la gente quiere
El pantalón sin agujeros
Cinco minizonceras
Los tres pecados de Soitu
En el Congreso de Medicina Ciudadana

Malas Palabras II: La caída del bulo de Merlín fue un post para recordar a una de las primeras radios truchas argentinas. Allí lamentábamos que no hubiera material online para recordarla. La magia de Internet hizo que llegaran hasta acá fans de la emisora y tres de sus integrantes: Pablo Avelluto, Fernando Collazo y Santiago Salgado. Santiago subió, además, varios momentos para escuchar que reproducimos acá. ¡Misión cumplida!

Malas Palabras III: En wwwwww.posterous.com hay un miniblog llamado «Malas Palabras, posts urgentes» con mucha música y algunas perlitas de los medios. Se puede escuchar el primer programa de Radio Barcelona, repasar las mejores cortinas de los programas de Nicolás Repetto o de la época de oro de la Rock & Pop y muchos covers y mashups de canciones conocidas.

Buscadoor es un blog que también mantengo con tips, tutoriales y recursos que se pueden encontrar en Internet. Desde allí podrán buscar amigos en Facebook sin registrarse, consultar y debatir dudas del idioma o descargarse libros gratis en español para leer en el Kindle, en la PC o en el celular y otros 176 posts más.

Cibercultura: artículos de cibercultura de distintos medios online que hasta ahora archivaba en privado, desde hace un tiempo los estoy guardando en un blog. Cibercultura.com.ar es la dirección. Ahí muchos de los textos son en inglés, como la nueva tendencia de los grandes blogs a suprimir la opción de comentarios o por qué los periodistas aman a Apple. Pero también hay notas en español, como el lado oscuro del crowdsourcing o cómo evitar «meteduras de pata» en internet.

Redes Sociales: también estoy en Twitter, Facebook, Linkedin y YouTube. De estos cuatro, recomiendo Twitter, donde tengo publicados 1543 tuits y varios favoritos de otros usuarios.

Otros sitios que tienen que ver conmigo. Van a seguir actualizándose en estos días (no por mí) Periodismo.com, Noticias Locas y Weblog.com.ar. También pueden leer Vida de Averchenko, la primera novela argentina publicada en Internet. O hacer un curso de periodismo a distancia en Periodismo.net: las clases empiezan este lunes.

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Lo que la gente quiere

(Séptima entrega del “Manual de zonceras digitales”, publicada en el boletín 133 de Periodismo.com de agosto de 2009)

En los comienzos de la web los sistemas para medir audiencias eran bastante rudimentarios. Y aunque todavía no hay acuerdo a la hora de contabilizar visitantes únicos, algunos sistemas como tr.im ya son capaces de formular gráficos a medida que los usuarios hacen click en los enlaces. Twitter y Google consignan en tiempo real las tendencias de búsqueda. En Internet ya estamos en la era del rating "segundo a segundo", donde se puede radiografiar al público por las historias que consulta, de dónde viene, el tiempo que pasa leyendo, el soporte desde el que accede y otros indicadores que, cruzados, pueden ser muy poderosos.

Si a esto le sumamos los "mapas de calor", que detectan las zonas de la página en la que los usuarios fijan su atención y la facilidad con la que los lectores se comunican con el medio, vía comentarios o emails, tendremos un panorama bastante completo de qué es "lo que quiere la gente". La síntesis de estas preferencias se listan en muchos diarios online bajo el título de "las noticias más vistas del día".

Estas noticias rara vez pertenecen a las llamadas "duras". Son más bien deportivas, insólitas o relacionadas con temas sexuales. Ese listado no es tanto construido por el flujo habitual de lectores, sino por los que llegan desde los buscadores, las redes sociales o los blogs que recomiendan un enlace y agregan público extraordinario al medio.

Esta ecuación alcanza para que el mediopelo digital decrete que la agenda informativa debería basarse en este contenido y descartar las informaciones menos gancheras, como las de política, negocios o internacionales. O, si no queda más remedio que cubrirlas, elegir las más livianas, sensacionalistas o descontextualizadas de cada temática. Es la lógica de la tv, trasladada a Internet, una zoncera que cada vez gana más adeptos.

El reciente caso de la difusión de fotos del primer ministro italiano Silvio Berlusconi rodeado de chicas en su mansión en la isla de Cerdeña por parte del diario "El País" de Madrid es un buen ejemplo. Con esta exclusiva, con claro ADN voyeurístico, El País logró ganarle en visitas a su competidor directo, El Mundo. El éxito le duró dos o tres días. Pasado el impacto, volvió a sus niveles habituales de tráfico. Si este caso no hubiera tenido un costado periodístico defendible, el balance sería negativo, y es la mejor demostración de que el sexo no vende, no gana nuevos lectores y repele a los anunciantes.

Porque con contenido demagógico, títulos tramposos o enigmáticos y temas controvertidos a la fuerza los forasteros no están destinados a volver y porque el medio traiciona a sus lectores de siempre. Internet no es la tv, donde hay 5 o 100 canales que se disputan entre sí la audiencia, sino que la pelea está entre millones de competidores. Y no necesariamente los sitios con más "rating" serán los que más facturen o los que sobrevivan en el tiempo

Quienes logren mantener a su público sin traicionarse, ofreciéndole un contenido único o un modo distinto de interpretar el contenido que está en todos lados, crecerán más lento, pero pisarán sobre seguro.

Diego Rottman

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Vida de Averchenko

Jorge Guinzburg, Alejandro Dolina, Carlos Ulanovsky, Mario Mactas, Andrés Cascioli, Oskar Blotta, Carlos Trillo y Carlos Abrevaya son algunos de los personajes de la novela que escribí con Jorge Bernárdez y que se llamó primero "El Círculo Hermético", luego, en la web, "Vida de Averchenko" y, cuando fue publicada en papel, "Ni yanquis ni marxistas, humoristas".

Parte de la premisa de convertir en ficción los hechos que sucedieron entre 1971 y 1991 en la Argentina y de narrarlos a través de la óptica de las revistas de humor que aparecieron en esas dos décadas y de los que las hicieron.

El libro, inclasificable y para nada masivo, chocó con la negativa de los editores, que la festejaban pero no la veían en sus catálogos. Surgió entonces la idea de darla a conocer a través de la naciente web en el repositorio de páginas personales Geocities, en la abstrusa dirección http://www.geocities.com/SoHo/Lofts/4142/. Salió a razón de un capítulo por semana, como en los viejos folletines, convirtiéndose en la primera novela argentina publicada en Internet.

La experiencia tuvo un número interesante de lectores y repercusiones en diarios como Ámbito Financiero y La Nación. Una de las lectoras que entraba semana a semana era la periodista Viviana Gorbato que se convirtió en fan del libro virtual y logró que Editorial de Belgrano la llevara al libro.

Hoy ese libro no se consigue y hace un mes Geocities decidió borrar las 7,5 millones de páginas web que albergaba. Por eso ahora "Vida de Averchenko" puede leerse entera online en su nueva URL: http://www.vidadeaverchenko.com.ar con el mismo diseño con el que dio a conocer en 1997.

Ojalá les guste.

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«Festina lente»

(Sexta entrega del “Manual de zonceras digitales”, publicada en el boletín 132 de Periodismo.com de julio de 2009)

Junio fue el mes de las noticias en tiempo real. El símbolo: Twitter en la tapa de Time. La nota principal se titula «Cómo Twitter cambiará nuestra forma de vida». Y se sumaron a la movida las notas que contaron cómo los usuarios de esta cada vez más popular red social se enteraron antes de la muerte de Michael Jackson o del escándalo del gobernador Mark Sanford y siguieron paso a paso la revuelta en Irán, lo que llevó a algunos a arriesgar si es Twitter el medio noticioso del siglo XXI. ¿Profecía o zoncera?

Mientras que en los diarios de papel el tiempo mínimo de una noticia sigue siendo un día (el tiempo entre una edición y otra), los diarios online reducen ese espacio a horas. Con Facebook y Twitter, donde no es necesario redactar un texto de varios párrafos, esos tiempos se pueden acotar a segundos. Como con la radio o la televisión, llegó a Internet el tiempo real para las noticias.

Esta bulimia informativa que hace que una historia reemplace pronto a la otra se corresponde con las nuevas demandas de los lectores, especialmente de las nuevas generaciones. Google Trends, que mide las tendencias de búsqueda, da cuenta del fugaz interés por la muerte de Michael Jackson, demostrando que los medios insistían con el tema cuando al público ya había dejado de interesarle.

La lucha por ser el primero y ofrecer en forma destacada las noticias de último momento es la marca distintiva de los medios digitales, que sacrifican su edición impresa -donde está el material de más calidad- a una segunda solapa y destacan lo que acaba de pasar, generalmente con estilo pobre y refritando cables de agencia. Esta movida por llegar antes termina homogeneizando a todos los medios, a diferencia de lo que sucede con la edición impresa, donde la personalidad de cada periódico es determinante. En la portada digital da lo mismo leer a uno que a otro. El fetiche por el minuto a minuto no parece ser una elección astuta.

Con el episodio de Sanford se demostró que tener primicias no necesariamente sirve para algo. A los pocos segundos su competencia las habrá reproducido. Los picos de audiencia son efímeros. Nada garantiza la fidelidad de los lectores a futuro. A veces demandan gastos extraordinarios. Y ni siquiera generan una mayor rentabilidad.

Tampoco que el sitio TMZ tuviera la primicia de la muerte de Michael Jackson cambió la ecología del consumo de noticias. Los usuarios norteamericanos prefirieron seguir la historia en medios tradicionales como LA Times o CNN, aunque demoraran más en confirmar el fallecimiento del cantante. Interpretando estos datos, Los Angeles Times afirma en su blog «a veces es más importante confirmar un hecho que ser el primero en reportarlo», una reformulación de la máxima de García Márquez: «La mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor».

Y aquí es donde Twitter todavía no compite con los medios establecidos. Los periodistas profesionales seleccionan, filtran, jerarquizan y, sobre todo, chequean. Es cierto que los usuarios de Twitter fueron los primeros en informar la muerte de Michael Jackson y Farrah Fawcett. Pero también anunciaron los decesos de Jeff Goldblum, Natalie Portman y George Clooney que, al momento de escribir estas líneas, gozaban de buena salud. En palabras de Jeff Jarvis: «en esas coberturas de y por la gente estamos experimentando serios fallos de depuración. Sólo hace falta ver los cientos de tweets que surgen cada minuto y el sobreuso del la palabra ‘confirmado’ en ellos, lo que carece de sentido si no se sabe quién está haciendo esa confirmación. No hay modo de saber quién es quién, quién está ahí, quién está diciendo la verdad, quién no la está diciendo».

La prensa debe responder a las demandas de una información más veloz y efímera. Pero no debería abandonar las características por las que los lectores la elige a diario: la calidad de sus fuentes y sus periodistas, la profundidad de análisis y la cautela a la hora de informar. No pasa nada si se llega un poco después que la competencia en pos de un mejor periodismo. Festina lente, oxímoron de Augusto que se traduce como apresúrate despacio : «Id lentamente si queréis llegar antes a un trabajo bien hecho».

Diego Rottman

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La audiencia ideal

Tapada por el debate sobre la Ley de Medios, Víctor Hugo Morales deslizó en una entrevista una interesante opinión sobre sus oyentes:

Todas las radios tenemos sectores de oyentes de los cuales quisiéramos despojarnos, por lo menos yo. A mí no me gusta el oyente que es partidario de la pena de muerte, que no te permite plantear con naturalidad el tema de la despenalización del aborto, no me interesa el oyente que cuando matan a alguien sale a pedir que los menores de doce años tienen que ir presos a Siberia. Entonces, si a esa gente que en algún momento le caía bien porque criticaba al Gobierno por el tema del campo o como estoy contra el Gobierno en los casos de corrupción, ahora me ve mal porque siendo el mismo tipo y sin ninguna fuerza exterior en pugna estoy a favor de una medida, esa gente no me importa. Los oyentes que yo perdí por la Ley de Medios, estoy contento de haberlos perdido. A mí no me importa ese riesgo.

Todos los medios, pero en especial la radio, se caracterizan con un servilismo hacia su público. No importa la estupidez que diga el llamador consuetudinario, hay que "cuidarlo". Pergolini en sus comienzos, Baby Etchecopar o "el Loco de la Colina" son de los pocos que se animaron a contradecir al soberano radioescucha. En sus shows de stand up comedian Larry David tras examinar al público podía abandonarlo porque, afirmaba, no iban a entender su monólogo.

Pero los medios lucran con la audiencia y espantarla en malón como se propuso Víctor Hugo estos días no lo puede hacer cualquiera. En otro reportaje explica:

A mí, y a los que creemos en la ley, el Gobierno quiere hacernos un regalo: hacer saltar por el aire a un grupo de mafiosos escudados detrás de la libertad de prensa. La persona que no me escuche porque digo esto es cómplice de ese grupo de mafiosos. Ese oyente a mí no me interesa. Si ese oyente son muchos y pierdo audiencia y por eso la radio en la que trabajo no prolonga mi contrato, es un riesgo que asumo.

¿Cuántos pueden tomar ese riesgo? Es más, ¿hubiera tomado ese riesgo Víctor Hugo cuando empezaba su carrera?

En los comienzos, la prensa política apuntaba a los afines, pero también a persuadir a los ajenos. Cuantos más fueran los convencidos, mejor. Con la llegada de la prensa comercial, la máxima masividad también fue una meta a conseguir: más lectores, más avisos.

Con los medios digitales, las nanoaudiencias no suenan, por primera vez, descabelladas. Es más, hasta un blog unipersonal bien segmentado puede ser más rentable que un diario online con una redacción sobredimensionada. Y quien emite el mensaje tiene las herramientas para filtrar la IP de los lectores indeseables, cerrar los comentarios o borrar las acotaciones de los trolls.

Pero como con los diarios y los medios audiovisuales, no hay forma de controlar con exactitud quiénes son nuestros lectores. El diario ojeado en el bar, el programa de tv visto desde la bicicleta fija del gimnasio, el post de un blog leído por el que llegó desde Google buscando una combinación alocada de palabras. Audiencia casual, de segunda. Yo, por ejemplo, jamás imaginé que entre mis lectores tendría tal cantidad de fans de Luisana Lopilato o de candidatos a policía.

Existe un espacio que contempla la posibilidad de emitir un mensaje a una audiencia avalada totalmente por el emisor: Facebook. Ahí quien comunica algo no solo sabe exactamente a cuántas personas se lo dice, sino que también conoce -como mínimo- todos sus nombres y apellidos. Puede admitir a quien quiera y rechazar a quien quiera. Puede ir a buscar a un receptor específico para incorporarlo. Y hasta puede segmentar su mensaje en subgrupos. Y sin audiencia de segunda.

Asi que Víctor Hugo, ya sabe. Si lo echan de Continental, ábrase una página en Facebook.

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Efecto chupada

«Que la chupen, que la sigan mamando, que los periodistas me la sigan chupando» y «Pasman, vos también la tenés adentro» fueron las dos frases que cerraron la etapa de clasificación de Argentina al Mundial Sudáfrica 2010.

Varios diarios hicieron alusión a los dichos, aunque Crónica fue el único que no se anduvo con vueltas en su portada:

Página/12 y Crítica volvieron a hacer tapas casi calcadas (debe ser la sexta o séptima coincidencia):

Pero las principales reacciones, como era de esperarse, surgieron de la Red. Desde el voto «no positivo» de Cobos, cada vez que hay un episodio resonante de actualidad, a las pocas horas aparecen las remeras con las frases destacadas para comprar online. Esta vez no fue la excepción:

Ya existe un sitio Quelachupen.com «para que entre todos nos vayamos sacando de encima a los carcamanes que no nos dejan disfrutar del futbol…» y Quelasiganchupando.com, que hasta ahora solo tiene la página «parkeada». En NIC Argentina, un tal Christian Gastrell logró registrar Quelachupen.com.ar y Quelasiganchupando.com.ar tiene 9 solicitudes pendientes:

imagePor último, las redes sociales. Twitter tiene dos hashtags para englobar las conversaciones sobre el tema: #quelachupen y #quelasiganchupando (y un hallazgo). Y en Facebook hay 114 grupos llamados «Que la chupen» (algunos sin relación el el tema) y 12 grupos denominados «Que la sigan chupando»: image

además de grupos de apoyo y de repudio a Toti Pasman: el grupo «Yo no la tengo adentro como Toti Pasman» tiene hasta ahora 357 miembros y «Yo lo banco a Toti Pasman», 35:

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Apología del enlace

(Cuarta entrega del “Manual de zonceras digitales”, publicada en el boletín 130 de Periodismo.com de mayo de 2009)

¿Quién hubiera pensado hace unos años que un tímido buscador iba a provocar la ira de los principales medios de comunicación del mundo? Este mes Google fue protagonista de un debate en muchos frentes con los mayores productores de información. La agencia AP se propuso –y los periódicos norteamericanos la siguieron– como policía de sus contenidos. En el ojo de la tormenta está el principal buscador del mundo, acusado de intermediario entre la prensa digital y los lectores. En la medida en que Google tiene casi el monopolio de las búsquedas para decidir a qué medios privilegia y a cuáles condena.

Lejos de amedrentarse, Google redobló la apuesta, anunciando un nuevo sistema, superador de Google News, donde los usuarios accederían a links informativos de su interés sin siquiera tener que buscarlos. Google no les dará a los diarios nada del dinero que obtenga por esas búsquedas, según confirmó Eric Schmidt, el CEO de Google, lo que augura nuevas iras de estos generadores de contenido.

Los medios tienen buena parte de razón en sus enojos: producir buen contenido periodístico original sigue siendo caro. Muchísimo más barato que hace unos años, pero no está al alcance de cualquiera. Hace falta un periodista formado y competente, viajar al lugar de los hechos o tener una red de corresponsales y si el soporte de transmisión es video, poseer el servidor y ancho de banda apropiados. Linkear es gratis.

Pero también es cierto que un titular es una pequeña porción de una noticia. Al verdadero contenido se accede siguiendo el link, que irá al medio que produjo la información con sus correspondientes avisos. El dinero que hace Google mandando visitantes a un sitio no le impide al sitio ganar dinero, sino todo lo contrario. Un usuario puede llegar a la noticia desde Google, pero si el contenido es bueno, volverá sin necesidad del supuesto intermediario. Y ningún medio está obligado a figurar en Google (hay procedimientos muy sencillos para excluirse). Pero, por el contrario, los grandes medios manejan un doble discurso donde por un lado se quejan pero por el otro optimizan sus sitios siguiendo las directivas de Google para figurar en los primeros puestos de los resultados de búsqueda. Google no controla las noticias, las expone.

Los diarios digitales, que se jactan de tener los últimos chiches para mostrar las noticias se niegan a recibir links. Pero también a darlos: son poquísimos los sitios de noticias que enlazan a fuentes externas, como si linkear a un competidor implicara regalarle usuarios. Todo lo contrario: enlazar a buen contenido hace que el lector vuelva en busca de más contenido interesante. En el "Mundo Real" probablemente el lector de un diario no lea otro. Pero la web no funciona así, donde lejos de excluirse, los medios coopiten (híbrido de competencia y cooperación).

En la maraña de noticias de la web, donde todos dicen más o menos lo mismo, recibir un link debería ser una distinción. Y está demostrado que linkear hacia afuera aumenta la credibilidad. La web es, ante todo, links: un enlace que conecta con otro que conecta con otro. Así se "navega". Sin links, estaríamos "anclados".

Diego Rottman